Editorial
Damnatio memoriae o la condena al olvido
Con la aplicación de la “Damnatio Memoriae” (condena de la memoria) cualquiera que fuera considerado enemigo del Estado sufría sus consecuencias. Se comenzó a utilizar después de la muerte de Julio César y llevaba unida la “Abolitio nominis” o lo que es lo mismo su nombre desaparecía de las inscripciones. Vamos, como si nunca hubieras existido.
Permítanme esta licencia: La política cambia a las personas y las convierte en perfectos desconocidos. ¿Se imaginan hacer desaparecer por un capricho personal la hemeroteca de un periódico? Pues bien, esto mismo podría ocurrir si no le ponemos freno a las ansias personales de alguno de los recién llegados a la denominada “nueva política”.
No, no se puede. Mal les pese a algunos políticos, las hemerotecas están para lo bueno y para lo malo. No se puede cambiar el pasado. No es lo mismo predicar que dar trigo.
Son muchos los periodistas, columnistas, redactores y colaboradores en general de los distintos medios de comunicación en este país, que por diferentes motivos han realizado un cambio en su vida personal y laboral. Pues bien, sus trabajos siempre han quedado para la posteridad allá donde en su día estos, se vieron plasmados.
Damnatio memoriae, la condena al olvido
Querer aplicar la Damnatio memoriae en un periódico, esto es, la idea de querer borrar por completo cualquier registro que hiciera alusión en este caso a un político ya fuese en textos o fotografías, simple y llanamente es un grave error
Es necesario recordar que algunas de las personas que sufrieron la damnatio memoriae aún se encuentran en los libros de Historia…La memoria no se puede borrar de un plumazo.
El pasado habla de nosotros para bien o para mal. Nuestros errores, nuestros aciertos están ahí y pretender borrarlos es sin duda un gesto que no dice nada buena de quien o quienes quieren hacerlo desaparecer. La reflexión que ahora se me plantea es: ¿Qué es lo que se quiere borrar? ¿Qué es lo que se quiere esconder?
Vicente Bolufer
Permítanme esta licencia: La política cambia a las personas y las convierte en perfectos desconocidos. ¿Se imaginan hacer desaparecer por un capricho personal la hemeroteca de un periódico? Pues bien, esto mismo podría ocurrir si no le ponemos freno a las ansias personales de alguno de los recién llegados a la denominada “nueva política”.
No, no se puede. Mal les pese a algunos políticos, las hemerotecas están para lo bueno y para lo malo. No se puede cambiar el pasado. No es lo mismo predicar que dar trigo.
Son muchos los periodistas, columnistas, redactores y colaboradores en general de los distintos medios de comunicación en este país, que por diferentes motivos han realizado un cambio en su vida personal y laboral. Pues bien, sus trabajos siempre han quedado para la posteridad allá donde en su día estos, se vieron plasmados.
Damnatio memoriae, la condena al olvido
Querer aplicar la Damnatio memoriae en un periódico, esto es, la idea de querer borrar por completo cualquier registro que hiciera alusión en este caso a un político ya fuese en textos o fotografías, simple y llanamente es un grave error
Es necesario recordar que algunas de las personas que sufrieron la damnatio memoriae aún se encuentran en los libros de Historia…La memoria no se puede borrar de un plumazo.
El pasado habla de nosotros para bien o para mal. Nuestros errores, nuestros aciertos están ahí y pretender borrarlos es sin duda un gesto que no dice nada buena de quien o quienes quieren hacerlo desaparecer. La reflexión que ahora se me plantea es: ¿Qué es lo que se quiere borrar? ¿Qué es lo que se quiere esconder?
Vicente Bolufer
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