La escritora Empar Ferrer presenta su novela este domingo en Jesús Pobre
Su primera novela, Lo que perdí entre las nubes, anda por la segunda edición con más de 500 ejemplares vendidos en la Marina Alta. Una novela escrita con el corazón que su autora, Empar Ferrer, presentará el próximo domingo en el Mercat del Riurau de Jesús Pobre a las 12h . Este medio ha conversado con la periodista y escritora Empar Ferrer que nos ha desvelado las claves de su literatura.
Fotografía: Elisa Torres
P.- Cuando deja de escribir, ¿sigue trabajando? ¿Sigue dándoles vueltas a sus historias?
R.-Dejo mi mente en blanco, aunque a veces me asaltan cosas. Es inevitable, se me ocurren muchas cosas cuando conduzco o cuando estoy haciendo una actividad física. Entonces procuro que no se me olvide y lo escribo en lo que tengo a mano. La mayoría de las veces en el móvil.
P.- ¿Cuánto de biografía real y cuánto de invención literaria hay en este libro?
R.- Yo la definiría como una novela de ficción muy personal. En ella hay pura ficción, pero también mucho de mí. Yo siempre digo que está escrita en el corazón. ¿Qué quiero decir con eso? Que está escrita para acariciar la fibra emocional del lector, para que se intuya la energía con la que ha sido escrita, para que se escuchen los latidos de la propia escritura. Es algo difícil de explicar, pero supongo que los lectores receptivos lo entenderán. Como anécdota curiosa puedo decir que, en mi pueblo, a muchos lectores les ha costado desligar la ficción de la realidad en mi novela. Más de un lector me ha dicho: estoy en el momento en el que te marchas de casa, como si yo misma fuese la protagonista de mi novela. (risas)
P.- Supongo que una novela en la que hay amor, sexo y muerte debe estar escrita con el corazón…
R.- Quería que en esta novela, aunque es de corta extensión, hubiera de todo. Los grandes temas de la literatura son el amor y la muerte, y en la novela esos dos temas están muy presentes ya en las primeras páginas del libro. Conforme iba escribiendo me daba cuenta de que necesitaba algún elemento sexual para atrapar al lector, y que tenía que diferenciar dos tipos de sexo, el sexo artificial y superficial y el sexo más puro y natural. Reescribí varias veces el encuentro sexual de los protagonistas, lo único que tenía claro desde el primer momento era que quería que la escena de sexo ocurriera en un lugar peculiar, muy nuestro, que tuviera algo de santuario pero que a la vez, fuera violento y me permitiera escribirlo con buena dosis de metáforas y de riqueza visual…
P.- Es incómodo tener de vecino al lector…
R.- El lector nunca es incómodo, siempre es sagrado. En un caso como el mío, de autopublicación, mis primeros lectores han sido mis mejores amigos y los vecinos de mi pueblo que la ha acogido maravillosamente. La gente me comenta sus impresiones e incluso sus sugerencias y críticas. Y yo escucho a todos y cada uno de ellos con la misma atención y humildad. Me he sentido muy apoyada y querida. Me he dado cuenta de que cada lector se queda con un detalle de la novela y lo lleva a su terreno, de que a la gente, en el fondo, le siguen gustando este tipo de historias. Muchos lectores me han comentado que se han sentido identificados con algunas partes de la historia e incluso que se han emocionado rememorando cosas que creían olvidadas, como un primer amor. Me he dado cuenta de que la gente, pese a todo, sigue siendo nostálgica, emocional, sigue buscando el amor, la belleza y la pureza... está ávida de vivir una pasión, de sentir la vida, y anda deseosa de que les ocurra algo que les haga vibrar.
P.-Pero no todo es naturaleza...también hay un lugar para la sofisticación…
R.- La gran metáfora de la novela es el descenso de María desde el cielo o desde las nubes a la tierra. En efecto, para que ese regreso a la naturaleza y a la vida resultara más rotundo, necesitaba contrastarlo con el mundo más artificial y sofisticado. De ahí que haya escenas en Nueva York, Estambul y Tokio, que a su vez, son ciudades que me encantan. En la novela también hay un claro contraste entre la vida acelerada y la vida marcada por los ritmos pausados del mundo rural. Eso se nota también en la manera de redactar la novela, mucho más apresurada y caótica en la primera parte que en la segunda. Desde el mismo momento en el que María regresa a casa y cena con su padre junto al fuego de la chimenea, sabemos que su vida va a cambiar por completo.
P.- ¿La relación de María con su padre obedece a un cliché generacional?
R.- Los lectores de mi generación me ha comentado que el padre de María es un padre universal, que casi todos los niños en aquellas coordenadas espacio temporales teníamos padres parecidos. Unos padres que intervenían poco pero que cuando lo hacían, se hacían respetar. Habían sido educados para no llorar y no eran dados a la ternura. Eso no quiere decir que no nos quisieran o que no fueran unos buenos padres. Eran más duros y estrictos que los padres de ahora, pero quizás estaban más pendientes de nosotros. El problema de muchos adolescentes hoy en día es que no tienen ningún padre que se preocupe de ellos. Como en todos los momentos, hay cosas positivas y negativas.
P.- En un caso de autor desconocido que publica en una editorial no tradicional, la promoción es todavía más importante…
R.-Afortunadamente, las redes sociales facilitan esta tarea que en otras épocas hubiera resultado imposible o muy costosa. Lo que perdí entre las nubes está presente en Facebook, Twiter, Instagram…Mi libro además, puede descargarse en ebook y comprarse en Internet desde cualquier lugar del mundo. Pese a no estar publicado en una editorial tradicional, la plataforma de distribución es muy similar. En mi caso, mi autopromoción en las redes sociales ha sido muy sencilla, pero a la vez bastante efectiva. Ha consistido, básicamente, en la subida de fotos que los lectores me mandan. Al tratarse de una novela que se ha publicado en verano, muchos de los lectores me mandan imágenes leyendo la novela en la playa o en las terrazas. Eso le otorga una imagen fresca, desenfadada y natural que no desentona con la novela. Ha funcionado, además, no solo como promoción de mi novela sino también como una campaña de fomento de la lectura, algo que siempre es positivo. A veces pienso en la gran cantidad de buenos escritores de otras épocas que jamás publicaron y me da lástima. Ahora quien quiere escribir y publicar puede hacerlo. Pero al mismo tiempo proliferan los escritores mediocres e incluso pésimos. El lector tiene la clave para saber encontrar lo bueno entre tanto libro publicado.
Fotografía: Elisa Torres
P.- Cuando deja de escribir, ¿sigue trabajando? ¿Sigue dándoles vueltas a sus historias?
R.-Dejo mi mente en blanco, aunque a veces me asaltan cosas. Es inevitable, se me ocurren muchas cosas cuando conduzco o cuando estoy haciendo una actividad física. Entonces procuro que no se me olvide y lo escribo en lo que tengo a mano. La mayoría de las veces en el móvil.
P.- ¿Cuánto de biografía real y cuánto de invención literaria hay en este libro?
R.- Yo la definiría como una novela de ficción muy personal. En ella hay pura ficción, pero también mucho de mí. Yo siempre digo que está escrita en el corazón. ¿Qué quiero decir con eso? Que está escrita para acariciar la fibra emocional del lector, para que se intuya la energía con la que ha sido escrita, para que se escuchen los latidos de la propia escritura. Es algo difícil de explicar, pero supongo que los lectores receptivos lo entenderán. Como anécdota curiosa puedo decir que, en mi pueblo, a muchos lectores les ha costado desligar la ficción de la realidad en mi novela. Más de un lector me ha dicho: estoy en el momento en el que te marchas de casa, como si yo misma fuese la protagonista de mi novela. (risas)
P.- Supongo que una novela en la que hay amor, sexo y muerte debe estar escrita con el corazón…
R.- Quería que en esta novela, aunque es de corta extensión, hubiera de todo. Los grandes temas de la literatura son el amor y la muerte, y en la novela esos dos temas están muy presentes ya en las primeras páginas del libro. Conforme iba escribiendo me daba cuenta de que necesitaba algún elemento sexual para atrapar al lector, y que tenía que diferenciar dos tipos de sexo, el sexo artificial y superficial y el sexo más puro y natural. Reescribí varias veces el encuentro sexual de los protagonistas, lo único que tenía claro desde el primer momento era que quería que la escena de sexo ocurriera en un lugar peculiar, muy nuestro, que tuviera algo de santuario pero que a la vez, fuera violento y me permitiera escribirlo con buena dosis de metáforas y de riqueza visual…
P.- Es incómodo tener de vecino al lector…
R.- El lector nunca es incómodo, siempre es sagrado. En un caso como el mío, de autopublicación, mis primeros lectores han sido mis mejores amigos y los vecinos de mi pueblo que la ha acogido maravillosamente. La gente me comenta sus impresiones e incluso sus sugerencias y críticas. Y yo escucho a todos y cada uno de ellos con la misma atención y humildad. Me he sentido muy apoyada y querida. Me he dado cuenta de que cada lector se queda con un detalle de la novela y lo lleva a su terreno, de que a la gente, en el fondo, le siguen gustando este tipo de historias. Muchos lectores me han comentado que se han sentido identificados con algunas partes de la historia e incluso que se han emocionado rememorando cosas que creían olvidadas, como un primer amor. Me he dado cuenta de que la gente, pese a todo, sigue siendo nostálgica, emocional, sigue buscando el amor, la belleza y la pureza... está ávida de vivir una pasión, de sentir la vida, y anda deseosa de que les ocurra algo que les haga vibrar.
P.-Pero no todo es naturaleza...también hay un lugar para la sofisticación…
R.- La gran metáfora de la novela es el descenso de María desde el cielo o desde las nubes a la tierra. En efecto, para que ese regreso a la naturaleza y a la vida resultara más rotundo, necesitaba contrastarlo con el mundo más artificial y sofisticado. De ahí que haya escenas en Nueva York, Estambul y Tokio, que a su vez, son ciudades que me encantan. En la novela también hay un claro contraste entre la vida acelerada y la vida marcada por los ritmos pausados del mundo rural. Eso se nota también en la manera de redactar la novela, mucho más apresurada y caótica en la primera parte que en la segunda. Desde el mismo momento en el que María regresa a casa y cena con su padre junto al fuego de la chimenea, sabemos que su vida va a cambiar por completo.
P.- ¿La relación de María con su padre obedece a un cliché generacional?
R.- Los lectores de mi generación me ha comentado que el padre de María es un padre universal, que casi todos los niños en aquellas coordenadas espacio temporales teníamos padres parecidos. Unos padres que intervenían poco pero que cuando lo hacían, se hacían respetar. Habían sido educados para no llorar y no eran dados a la ternura. Eso no quiere decir que no nos quisieran o que no fueran unos buenos padres. Eran más duros y estrictos que los padres de ahora, pero quizás estaban más pendientes de nosotros. El problema de muchos adolescentes hoy en día es que no tienen ningún padre que se preocupe de ellos. Como en todos los momentos, hay cosas positivas y negativas.
P.- En un caso de autor desconocido que publica en una editorial no tradicional, la promoción es todavía más importante…
R.-Afortunadamente, las redes sociales facilitan esta tarea que en otras épocas hubiera resultado imposible o muy costosa. Lo que perdí entre las nubes está presente en Facebook, Twiter, Instagram…Mi libro además, puede descargarse en ebook y comprarse en Internet desde cualquier lugar del mundo. Pese a no estar publicado en una editorial tradicional, la plataforma de distribución es muy similar. En mi caso, mi autopromoción en las redes sociales ha sido muy sencilla, pero a la vez bastante efectiva. Ha consistido, básicamente, en la subida de fotos que los lectores me mandan. Al tratarse de una novela que se ha publicado en verano, muchos de los lectores me mandan imágenes leyendo la novela en la playa o en las terrazas. Eso le otorga una imagen fresca, desenfadada y natural que no desentona con la novela. Ha funcionado, además, no solo como promoción de mi novela sino también como una campaña de fomento de la lectura, algo que siempre es positivo. A veces pienso en la gran cantidad de buenos escritores de otras épocas que jamás publicaron y me da lástima. Ahora quien quiere escribir y publicar puede hacerlo. Pero al mismo tiempo proliferan los escritores mediocres e incluso pésimos. El lector tiene la clave para saber encontrar lo bueno entre tanto libro publicado.



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