Mi reflexión
Las miradas de un despido
Cabizbajo, pensativo, sonriendo nerviosamente al saludar a
otros muchos, que han entrado como él, donde todos los días se reúnen
para quizás dejar que pase el tiempo. Donde la palabra alegría, ha
desaparecido de la cotidianidad. Allí, se encuentra, todas las jornadas
desde hace más de un año…póngale el lector el nombre que quiera.
En ese bar, donde antes la gente se reunía para después del café mañanero, marchar a sus trabajos, hoy solo hay miradas de resignación, de dolor, de tristeza, de rabia.
Actualmente los pocos afortunados, no muestran a los demás la
altanería que antaño se gastaban, porque son conocedores, que en
cualquier momento les puede tocar a ellos.
-¡Esto es un ruina! ¡¿A dónde iremos a parar?- Son frases que uno puede escuchar, aunque hay muchas más.
Palabras tristes y desgarradoras en las conversaciones que giran siempre en torno al mismo tema.
¿Soluciones, quién aporta ahora soluciones?
Ni siquiera los políticos, parece que puedan lidiar con este
problema. Quizás se les quedo grande, demasiado grande para poder atajar
esto que ahora nos afecta a todos.
Solo quedamos nosotros mismos para encontrar y darle una solución.
Eso sí, después vendrán los de siempre, para apuntarse la medalla
y salir en la foto, mientras dirán eso de que gracias a no sé qué
medidas, aportadas por ellos, la crisis se ha podido paliar.
Mientras, seguiremos en un mundo donde la farsa es el pan nuestro de cada día.
Donde los de siempre, pondrán sus manos para trabajar. Donde otros se llenarán los bolsillos con el sudor de los demás.
De nuevo, la puerta del bar se vuelve a abrir, y en lugar del cordial saludo, lo único que se llega a escuchar es: ¡Me han despedido!
Hoy solo hay miradas de resignación, de dolor, de tristeza, de rabia.
Cabizbajo, pensativo, sonriendo nerviosamente al saludar a
otros muchos, que han entrado como él, donde todos los días se reúnen
para quizás dejar que pase el tiempo. Donde la palabra alegría, ha
desaparecido de la cotidianidad. Allí, se encuentra, todas las jornadas
desde hace más de un año…póngale el lector el nombre que quiera.
En ese bar, donde antes la gente se reunía para después del café mañanero, marchar a sus trabajos, hoy solo hay miradas de resignación, de dolor, de tristeza, de rabia.
Actualmente los pocos afortunados, no muestran a los demás la
altanería que antaño se gastaban, porque son conocedores, que en
cualquier momento les puede tocar a ellos.
-¡Esto es un ruina! ¡¿A dónde iremos a parar?- Son frases que uno puede escuchar, aunque hay muchas más.
Palabras tristes y desgarradoras en las conversaciones que giran siempre en torno al mismo tema.
¿Soluciones, quién aporta ahora soluciones?
Ni siquiera los políticos, parece que puedan lidiar con este
problema. Quizás se les quedo grande, demasiado grande para poder atajar
esto que ahora nos afecta a todos.
Solo quedamos nosotros mismos para encontrar y darle una solución.
Eso sí, después vendrán los de siempre, para apuntarse la medalla
y salir en la foto, mientras dirán eso de que gracias a no sé qué
medidas, aportadas por ellos, la crisis se ha podido paliar.
Mientras, seguiremos en un mundo donde la farsa es el pan nuestro de cada día.
Donde los de siempre, pondrán sus manos para trabajar. Donde otros se llenarán los bolsillos con el sudor de los demás.
De nuevo, la puerta del bar se vuelve a abrir, y en lugar del cordial saludo, lo único que se llega a escuchar es: ¡Me han despedido!
Hoy solo hay miradas de resignación, de dolor, de tristeza, de rabia.




















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