Martes, 19 de marzo Dia de San José 2013
Cuando sea viejo
Hoy queremos felicitar a todos los padres con un poema muy especial. Es una versión del original escrita por Mariano Osorio. Lo más llamativo de este poema es sin duda el mensaje que de principio a fin nos hace reflexionar; tanto a padres, como a hijos. Un buen momento, el día de hoy, para leer en familia este poema y fortalecer si cabe aún más, los lazos familiares. ¡Feliz día del padre!
Cuando sea viejo
La edad trae una etapa en la vida que no siempre es fácil de llevar, y donde tenemos que ser más comprensivos que nunca.
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando
derrame comida sobre mi camisa y olvide cómo atarme mis zapatos,
recuerda las horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si
cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras que sabes
de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras
pequeño(a) para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el
mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos
reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y
compréndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo
controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niño(a) te ayude y estuve
paciente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No
me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda
los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para
hacerte más agradable tu aseo. Acéptame y perdóname. Ya que soy el niño
ahora.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas
tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el
tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que yo fui quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y tu
educación para enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de
mi esfuerzo y perseverancia por ti.
Cuando en algún tiempo
mientras conversamos me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame
todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo
hacerlo no te burles de mí; tal vez no era importante lo que hablaba y
me conforme con que me escuches en ese momento.
Si alguna vez ya
no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no debo.
También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni
gusto para sentir.
Cuando me fallen mis piernas por estar
cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo
cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.
Por último,
cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero
morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con
tu cariño o cuánto te ame. Trata de comprender que ya no vivo sino que
sobrevivo, y eso no es vivir.
Siempre quise lo mejor para ti y he
preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con
el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en
otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste o impotente por verme como me ves.
Dame
tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a
vivir. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero te ruego
me acompañes a terminar el mío.
Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.
Cuando sea viejo
La edad trae una etapa en la vida que no siempre es fácil de llevar, y donde tenemos que ser más comprensivos que nunca.
El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando
derrame comida sobre mi camisa y olvide cómo atarme mis zapatos,
recuerda las horas que pase enseñándote a hacer las mismas cosas.
Si
cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras que sabes
de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras
pequeño(a) para que te durmieras tuve que contarte miles de veces el
mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos
reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y
compréndeme que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo
controlarlas. Piensa cuantas veces cuando niño(a) te ayude y estuve
paciente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.
No
me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda
los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para
hacerte más agradable tu aseo. Acéptame y perdóname. Ya que soy el niño
ahora.
Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas
tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el
tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.
Acuérdate que yo fui quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y tu
educación para enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de
mi esfuerzo y perseverancia por ti.
Cuando en algún tiempo
mientras conversamos me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame
todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo
hacerlo no te burles de mí; tal vez no era importante lo que hablaba y
me conforme con que me escuches en ese momento.
Si alguna vez ya
no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no debo.
También comprende que con el tiempo ya no tengo dientes para morder ni
gusto para sentir.
Cuando me fallen mis piernas por estar
cansadas para andar, dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo
cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernas.
Por último,
cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero
morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con
tu cariño o cuánto te ame. Trata de comprender que ya no vivo sino que
sobrevivo, y eso no es vivir.
Siempre quise lo mejor para ti y he
preparado los caminos que has debido recorrer. Piensa entonces que con
el paso que me adelanto a dar estaré construyendo para ti otra ruta en
otro tiempo, pero siempre contigo.
No te sientas triste o impotente por verme como me ves.
Dame
tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a
vivir. De la misma manera como te he acompañado en tu sendero te ruego
me acompañes a terminar el mío.
Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.



















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.134