Yo fui monaguillo en Benissa
Corrían otros tiempos, la gente tenía otras formas de pensar, y desde luego había mucho más respeto que ahora hacia la iglesia.
Hoy la gente no cree en nada ni en nadie, ¡bueno si!, en el dinero.
San dinero es lo que hace que un católico se convierta en ateo si hace falta, y un ateo en el más ferviente cristiano. Cosas de la vida y del querer, ya saben.
Mi época de monaguillo duro poco, pero ahí coincidí con muchos benisseros que hoy seguramente nadie se atrevería a decir viéndolos, que un día practicaron religiosamente con sus obligaciones cristianas todos los domingos y fiestas de guardar.
Eso debió de ser el fervor religiosos que a todos los jóvenes nos entraba un poco antes y un poco después de la comunión.
Lo que venía a continuación en cuanto crecías un poco, ya dependía de otras circunstancias, según fuera el carácter que uno iba forjando.
Muchos de estos ya no tan jóvenes no pisan ahora la iglesia, salvo para algún bautizo, comunión, boda o entierro.
¡Pero aún hay más!
De nuevo, sin darnos cuentas llegarán las fiestas patronales de la Puríssima Xiqueta y a los que les ha tocado ser festeros (todos ellos, porque incluyo aquí los jóvenes de este tiempo que les ha tocado vivir) tendrán que hacer un esfuerzo doble de hipocresía.
Primero: Entrar en el templo que durante tantos años no han puesto un pie dentro, salvo para lo citado anteriormente, y a continuación rezarle y gritarle los “vivas” a la Virgen, presumiendo a los cuatro vientos su ferviente fe benissera.
Segundo: tomar la comunión; eso sí bajo paso previo por el confesionario.
- ¡Ave María Puríssima!
- Sin pecado concebida…
De este modo comenzaremos a dar forma a la farsa para que puedan recibir el pan bendito ante la vista de todos los allí presentes.
La gran mayoría viven las fiestas al margen de los actos religiosos, aunque estén presentes en todos ellos, incluidos los políticos… pero claro, el protocolo manda.
Tal vez es hora de comenzar a estudiar el paulatino ajuste de unas fiestas laicas sino al margen de las patronales religiosas, al menos, coincidentes eso sí, en el mismo periodo, para de esta manera, el que no quiera hacer el “paripé” y disfrutar de las fiestas en su totalidad pueda hacerlo independientemente de su religión o creencia individual.
Puede que el monaguillo que un día fui, en algún recóndito lugar aún pueda algún día encontrarlo de nuevo.
Corrían otros tiempos, la gente tenía otras formas de pensar, y desde luego había mucho más respeto que ahora hacia la iglesia.
Hoy la gente no cree en nada ni en nadie, ¡bueno si!, en el dinero.
San dinero es lo que hace que un católico se convierta en ateo si hace falta, y un ateo en el más ferviente cristiano. Cosas de la vida y del querer, ya saben.
Mi época de monaguillo duro poco, pero ahí coincidí con muchos benisseros que hoy seguramente nadie se atrevería a decir viéndolos, que un día practicaron religiosamente con sus obligaciones cristianas todos los domingos y fiestas de guardar.
Eso debió de ser el fervor religiosos que a todos los jóvenes nos entraba un poco antes y un poco después de la comunión.
Lo que venía a continuación en cuanto crecías un poco, ya dependía de otras circunstancias, según fuera el carácter que uno iba forjando.
Muchos de estos ya no tan jóvenes no pisan ahora la iglesia, salvo para algún bautizo, comunión, boda o entierro.
¡Pero aún hay más!
De nuevo, sin darnos cuentas llegarán las fiestas patronales de la Puríssima Xiqueta y a los que les ha tocado ser festeros (todos ellos, porque incluyo aquí los jóvenes de este tiempo que les ha tocado vivir) tendrán que hacer un esfuerzo doble de hipocresía.
Primero: Entrar en el templo que durante tantos años no han puesto un pie dentro, salvo para lo citado anteriormente, y a continuación rezarle y gritarle los “vivas” a la Virgen, presumiendo a los cuatro vientos su ferviente fe benissera.
Segundo: tomar la comunión; eso sí bajo paso previo por el confesionario.
- ¡Ave María Puríssima!
- Sin pecado concebida…
De este modo comenzaremos a dar forma a la farsa para que puedan recibir el pan bendito ante la vista de todos los allí presentes.
La gran mayoría viven las fiestas al margen de los actos religiosos, aunque estén presentes en todos ellos, incluidos los políticos… pero claro, el protocolo manda.
Tal vez es hora de comenzar a estudiar el paulatino ajuste de unas fiestas laicas sino al margen de las patronales religiosas, al menos, coincidentes eso sí, en el mismo periodo, para de esta manera, el que no quiera hacer el “paripé” y disfrutar de las fiestas en su totalidad pueda hacerlo independientemente de su religión o creencia individual.
Puede que el monaguillo que un día fui, en algún recóndito lugar aún pueda algún día encontrarlo de nuevo.




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.44