Sábado, 13 de Diciembre de 2025

Actualizada Sábado, 13 de Diciembre de 2025 a las 18:22:14 horas

Jueves, 11 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:

Más de 200 personas celebran en El Rall su Cacau d’Or 2025 con un homenaje al esmorzar valencià en la Fustera

El restaurante a escasos metros de la playa de la Fustera reúne a más de doscientas personas en una jornada gastronómica con producto de proximidad, menú especial de almuerzos tradicionales y la presencia de referentes de la Academia Valenciana de Gastronomía y del periodismo gastronómico

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El Rall de Benissa celebró esta semana su Cacau d’Or 2025 con una jornada de almuerzo a la valenciana que convirtió la terraza de la cala de la Fustera en un punto de encuentro para más de doscientas personas a lo largo de la mañana. El restaurante, reconocido recientemente como uno de los templos del esmorzar valencià de la provincia, diseñó un menú especial con platos autóctonos, producto de proximidad y música en directo, en una cita que confirmó el arraigo de esta forma de entender la gastronomía en la Marina Alta.

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Durante el evento, se dieron cita representantes de la Academia Valenciana de Gastronomía, periodistas y prescriptores del ámbito gastronómico, además del equipo de cocina encabezado por Macarena Fortón y del gerente y alma mater del proyecto, Ximo Crespo Arnau.

 

Un premio que reivindica la cultura del almuerzo

 

El presidente de la Academia de Gastronomía de la Comunitat Valenciana, Sergio Terol, subrayó el papel de este tipo de reconocimientos para entender la gastronomía desde la base, más allá de la alta cocina.

 

En declaraciones durante la jornada, Terol apuntó que para la Academia actos como el celebrado en la Fustera son esenciales porque “uno de los pilares fundamentales que quiere defender y potenciar la Academia es precisamente esto: reconocer que la gastronomía no es solo alta cocina, sino que arranca del producto, desde el inicio, desde la semilla”.

 

El presidente destacó el carácter popular del almuerzo como seña de identidad: “Es una muestra popular de identidad que todos los valencianos tienen y comparten, donde cada una de las recetas que se toman son nuestras y cercanas”. Y trasladó un mensaje directo al equipo del local: “A El Rall le daría una enhorabuena sincera, por su capacidad de convocatoria y por todo lo que nos está dando de comer con ese respeto al producto y al entorno”.

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En la misma línea se expresó Juan Moll, académico de la Academia Valenciana de Gastronomía, quien recordó que el galardón va más allá del simple reconocimiento a un establecimiento.

 

El Cacau d’Or es un premio a los restaurantes que fomentan la cultura del almuerzo valenciano, pero al mismo tiempo tiene que ver con la transmisión de nuestro patrimonio cultural”, explicó. A su juicio, el almuerzo es “ese acto de por la mañana en el que se juntan las personas en los bares a tomar ese ‘almorzaret’ valenciano, y eso transmite gastronomía, manera de vivir e identidad”.

 

 

Moll insistió en que esa identidad se construye a partir del territorio: “La identidad llega a través de los productos que comemos, que son de proximidad, de kilómetro cero y autóctonos, y por eso hay que celebrar este gran premio que le han dado al restaurante El Rall por fomentar esa cultura”.

 

 

La Fustera, território del almuerzo y memoria gastronómica

 

El cocinero Jordi Morera, colaborador en el menú especial del Cacau d’Or 2025, situó la jornada en el mapa emocional de quienes conocen la Marina Alta.

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Morera describió el escenario como “un lugar memorable, la playa de la Fustera, en Benissa, en la Marina Alta y en mi tierra”, y destacó que el almuerzo preparado representa “nuestro bocado emblemático”. Para el chef, lo emocionante no es solo el entorno, sino la propuesta culinaria que se desarrolla en este espacio: “Están haciendo una cocina tradicional muy bien trabajada, recuperando recetas antiguas. Mucha gente que viene se emociona porque dice: ‘Esto lo hacía mi madre, esto lo hacía mi abuela, cuánto tiempo hacía que no probaba este sabor de antes’”.

 

El cocinero animó a Ximo Crespo y a su equipo a continuar por esa línea: “Que sigan así, que no paren, que luchen, porque al final tiene que reconocerse y convertirse en un local emblemático de toda la comarca”. Y dejó una reflexión dirigida a las nuevas generaciones: “Lo más importante es no dejar perder todo esto. La gente joven tiene que conocer la cultura gastronómica de nuestros abuelos y de nuestros antepasados”.

 

El periodista y editor Juan Lagardera, responsable del Almanac de Gastronomia de la Universitat de València, también quiso poner en contexto lo que está ocurriendo en la Fustera.

 

Tras probar el almuerzo, Lagardera reconoció que no esperaba encontrar una escena como la vivida en un miércoles de diciembre: “No pensaba de ninguna manera que en un lugar como este, junto a la playa, un miércoles de principios de diciembre, hubiera doscientas personas, no simplemente almorzando, sino participando en lo que ahora algunos llamarían un ‘brunch’”.

 

Sin embargo, matizó de inmediato la etiqueta: “Esto no es un ‘brunch’, esto es un almuerzo típico valenciano, mediterráneo, pensado para gente que después se tenía que ir a trabajar, que cenaba ligero y almorzaba fuerte”. El editor enlazó esta idea con tendencias actuales de nutrición y hábitos de vida, recordando el conocido consejo de “cenar como un pobre, almorzar como un burgués y comer como un príncipe”.

 

Lagardera subrayó, además, la recuperación de platos ancestrales como el bull de tonyina, las pelletas o los clafolls de cebolla. Sobre estos últimos, confesó entre risas que lo primero que haría sería llamar a un amigo filólogo para investigar el origen de la palabra. Y añadió una reflexión sobre el entorno: “Estoy muy emocionado de descubrir este trozo del territorio valenciano que sigue muy vivo, a pesar de estar rodeado de turistas y residentes extranjeros. Es como una pequeña isla que mantiene el sentido de la vida”.

 

Preguntado por el papel de la juventud, lanzó un mensaje moderadamente optimista: “La juventud acabará conociendo y reproduciendo también este tipo de almuerzos, a su manera. El problema no es la falta de contacto con la tradición, sino la cantidad de tiempo que se pierde en las redes sociales. Un almuerzo como este, tan arraigado en la tradición, vuelve a encender la luz sobre lo que es realmente el sentido de la vida”.

 

Macarena Fortón y la cocina que mira al territorio

 

En los fogones, la responsable directa de que los platos llegaran a la mesa en perfectas condiciones fue Macarena Fortón, cocinera de El Rall. La chef explicó que el equipo lleva “un año y medio con este proyecto” y que haber conseguido ya el Cacau d’Or supone un impulso importante.

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Sobre el trabajo con las recetas autóctonas, Fortón recordó que su origen aragonés le obligó a realizar un ejercicio de aprendizaje acelerado: “He tenido que apoyarme en abuelas, en libros antiguos y en amigos de aquí, porque yo no soy de la zona. He ido aprendiendo y me han ido enseñando”.

 

Uno de los ejemplos más llamativos es el de los clafolls de cebolla, uno de los bocados que más sorprendió a la clientela durante la jornada. La cocinera explicó que se trata de “tres capas de cebolla hechas directamente a la brasa, a las que se añade un trocito de anchoa y aceite de oliva virgen extra”. El resultado es un bocado que resume la sencillez y la intensidad del recetario local.

 

Fortón insistió en que el hilo conductor de la propuesta es el producto fresco y de cercanía: “Estamos trabajando con producto fresco, autóctono, de proximidad. Esa es la línea que queremos mantener: una cocina mediterránea basada en lo que ofrece la zona”.

 

Al ser preguntada por la dedicatoria del premio, la respuesta fue directa: “Este premio es de todos. Es un equipo y va dedicado a todos mis compañeros y a toda la gente que nos quiere”.

 

 

Ximo Crespo: del vacío a un lleno absoluto en dos años

 

El promotor del proyecto, Ximo Crespo Arnau, resumió la jornada con una imagen muy sencilla: hace apenas dos años, en el mismo espacio no había nada; hoy, la terraza se llenó con decenas de personas personas almorzando de manera simultánea y más de 200 pasando a lo largo de la mañana.

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Crespo definió el día como “una jornada de amistad, de almuerzo y de Cacau d’Or”, pero quiso poner el foco en lo que se veía en las mesas: “Lo importante es lo que está saliendo en las imágenes: producto nuestro y una manera de entender la gastronomía como forma de vida”.

 

El empresario explicó que buena parte del público se desplazó desde diferentes puntos del territorio valenciano: “Hay muchas mesas que vienen de Torrent y de otros municipios, seguidores del Cacau d’Or. También ha venido gente de Castellón que nos sigue desde hace tiempo y quería probar el clafoll de cebolla o la fritura. Se han hecho más de 200 kilómetros para pasarlo bien”.

 

Respecto a las recetas, Crespo recordó que el equipo de cocina se ha apoyado en la experiencia de generaciones anteriores: “Macarena lleva muchos años aquí y se ha rodeado de gente mayor. En el caso de la paella, por ejemplo, mi padre siempre recordaba cómo la hacía mi abuela, y hablamos de recetas de hace más de cien años. Las hemos ido ajustando, pero siempre respetando cómo lo hacía nuestra gente hace mucho tiempo”.

 

El responsable de El Rall insistió en que, para la clientela, no se trata de un día más: “Para nosotros puede ser un servicio más, pero para mucha gente no lo es. Hay personas que se emocionan porque vuelven a sabores de infancia y nos dicen: ‘Madre mía, qué cocina tenéis aquí’”.

 

Como cierre, Crespo lanzó una invitación clara: “Invitamos a la gente a venir, a celebrar las fiestas con nosotros y a seguir disfrutando del almuerzo del Cacau d’Or durante lo que queda de año. Y, si alguien quiere organizar una celebración aquí, estaremos encantados de recibirle”.

 

 

Un menú a la altura del Cacau d’Or

 

La jornada del Cacau d’Or 2025 en El Rall se articuló en torno a un menú de almuerzo para compartir que incluyó, entre otros, ensalada con samorra casera, clafolls de cebolla a la brasa con anchoa y aceite de oliva virgen extra, pulpo guisado —uno de los platos bandera de la casa—, conejo al ajillo con romero y aceite y una fritura variada de pescado fresco con ajo y pimientos.

 

La propuesta se completó con bebida y cremaet, y estuvo acompañada por la música en directo de La Mocha, que puso banda sonora a una mañana en la que el esmorzar se convirtió, más que nunca, en un acto de convivencia alrededor de la mesa y del paisaje de la cala de la Fustera.

 

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