Benissa: El Cine Goya, El Cine de Verano y el Cine del Recibar
Si uno quiere conocer un poco más de nuestro Cine en Benissa, recomiendo la lectura del libro de fiestas del año 1994.
Se puede leer para el que no lo conserve, en nuestra Biblioteca Municipal Bernat Capó, donde nuestro Cronista Oficial de Benissa, y con la colaboración de Francesc Jordà Ivars y Domingo Iborra Crespo, dejan un magnifico trabajo que nos sumerge en el mundo del celuloide titulado: “El Cinema a Benissa”.
Podemos entre otras cosas conocer como el cine llega a Benissa a principios del siglo pasado, no concretando una fecha exacta, pero si su estimación. De hecho nos habla del antiguo “Cine Dore” instalado en un solar, donde posteriormente se ubicaría el “Cine Goya”, que es precisamente uno de los cines, de los que hoy quiero hablarles.
El que les escribe, tiene ya unos cuantos años (¡pero no tantos!), así pues solo conocí los últimos años del Cine Goya y claro como no, las sesiones del Cine de Verano del mismo nombre.
De hecho recuerdo que algunos cuestiones políticas de la población se dirimían en el Cine Goya, de igual modo que los múltiples actos de cualquier índole, pues de la mano de mi padre, asistí a algunos de estos (actos).
Sus butacas rojas, comodísimas hasta donde me llega la memoria, su “gallinero”, su escenario, sus inmensas cortinas que se abrían para dar paso al NO-DO, que debo de nombrarlo, porque forma parte de mi historia visual en el Goya, y como no las películas, fueron sin duda momentos que marcaron mi niñez.
A mi mente llega el momento cuando compraba las palomitas dulces caramelizadas, y abría el envoltorio, el olor a dulce hacía que se me hiciera la boca agua, los quicos, los gusanitos, los huesitos, daba igual, para un niño todo estaba buenísimo.
También, siempre ocurría el siguiente “rito”: en las escaleras que subían al “gallinero” o la sala de proyección: Se sentaban los “mayores” a charlar o fumarse su cigarro antes de dar comienzo a la película y uno siempre los miraba de soslayo, pensando en que momento uno se convertiría en un “adulto” como ellos.
Muchas personas que hoy ya no nos acompañan, y que aun llevo en mi memoria, se sentaron en esas escaleras alguna vez.
Cuando la proyección se cortaba por cualquier causa, la gente golpeaba con sus pies en el suelo a modo de tamborrada, y parecía que todo temblara. Eso siempre me resulto curioso, el ruido aun lo conservo en mi memoria de sonidos.
Cuando la primavera nos dejaba y llegaba el verano, el calor en el Goya se hacía insoportable, así pues era el momento de ver el cine a la fresca, era el momento de abrir las puertas al Cine de Verano.
¡Qué recuerdos tan entrañables!
Rocky Balboa, no mantengo en mi mente, el año exacto, pero sería 1980 aproximadamente cuando acompañado por mi hermano pequeño vimos la primera de las múltiples versiones que llegarían después de aquel boxeador americano.
En el momento culminante o más emotivo de la película, tuve que dirigirme
con mi hermano a los baños del cine de verano, pues los llantos de él, llorando por la emoción de la historia, eran tan fuertes que se oían en todo el cine, y pasé mucha vergüenza, pero que hoy recuerdo con muchísimo cariño aquella anécdota.
Aquí las patadas no sonaban tanto cuando se cortaba la proyección, porque el suelo era de cemento, así que lo mejor para hacer ruido, era arrastrar o hacer golpear las patas de las sillas de hierro que en este cine había. Como verán éramos un poco “brutos”.
Bien es cierto que a principios de los ochenta hubo otro cine que llego a nuestras vidas, para aquel entonces Pedro y Concha estaban al frente del Recibar, pero tuvo una vida muy corta, en lo que se refiere al cine.
Poco tiempo después de aquella época, se irían cerrando los cines, no solo de Benissa, sino del resto de la comarca, y aunque aguantó unos años más, el cine de Gata, al que acogimos los jóvenes como nuestra “última tabla de salvación” para poder salir con nuestros amigos y/o parejas, finalmente también sucumbió.
Hoy vuelve a existir el cine en Benissa, en la última planta de la Cultural, donde a Dios gracias nuestros jóvenes al menos tienen un lugar para poder disfrutar de las películas, pero eso…eso ya es otra historia.
Nota del autor: Si quieren que les haga llegar el artículo en PDF de “El cinema a Benissa”, envíen un email y con gusto se los hago llegar.
Si uno quiere conocer un poco más de nuestro Cine en Benissa, recomiendo la lectura del libro de fiestas del año 1994.
Se puede leer para el que no lo conserve, en nuestra Biblioteca Municipal Bernat Capó, donde nuestro Cronista Oficial de Benissa, y con la colaboración de Francesc Jordà Ivars y Domingo Iborra Crespo, dejan un magnifico trabajo que nos sumerge en el mundo del celuloide titulado: “El Cinema a Benissa”.
Podemos entre otras cosas conocer como el cine llega a Benissa a principios del siglo pasado, no concretando una fecha exacta, pero si su estimación. De hecho nos habla del antiguo “Cine Dore” instalado en un solar, donde posteriormente se ubicaría el “Cine Goya”, que es precisamente uno de los cines, de los que hoy quiero hablarles.
El que les escribe, tiene ya unos cuantos años (¡pero no tantos!), así pues solo conocí los últimos años del Cine Goya y claro como no, las sesiones del Cine de Verano del mismo nombre.
De hecho recuerdo que algunos cuestiones políticas de la población se dirimían en el Cine Goya, de igual modo que los múltiples actos de cualquier índole, pues de la mano de mi padre, asistí a algunos de estos (actos).
Sus butacas rojas, comodísimas hasta donde me llega la memoria, su “gallinero”, su escenario, sus inmensas cortinas que se abrían para dar paso al NO-DO, que debo de nombrarlo, porque forma parte de mi historia visual en el Goya, y como no las películas, fueron sin duda momentos que marcaron mi niñez.
A mi mente llega el momento cuando compraba las palomitas dulces caramelizadas, y abría el envoltorio, el olor a dulce hacía que se me hiciera la boca agua, los quicos, los gusanitos, los huesitos, daba igual, para un niño todo estaba buenísimo.
También, siempre ocurría el siguiente “rito”: en las escaleras que subían al “gallinero” o la sala de proyección: Se sentaban los “mayores” a charlar o fumarse su cigarro antes de dar comienzo a la película y uno siempre los miraba de soslayo, pensando en que momento uno se convertiría en un “adulto” como ellos.
Muchas personas que hoy ya no nos acompañan, y que aun llevo en mi memoria, se sentaron en esas escaleras alguna vez.
Cuando la proyección se cortaba por cualquier causa, la gente golpeaba con sus pies en el suelo a modo de tamborrada, y parecía que todo temblara. Eso siempre me resulto curioso, el ruido aun lo conservo en mi memoria de sonidos.
Cuando la primavera nos dejaba y llegaba el verano, el calor en el Goya se hacía insoportable, así pues era el momento de ver el cine a la fresca, era el momento de abrir las puertas al Cine de Verano.
¡Qué recuerdos tan entrañables!
Rocky Balboa, no mantengo en mi mente, el año exacto, pero sería 1980 aproximadamente cuando acompañado por mi hermano pequeño vimos la primera de las múltiples versiones que llegarían después de aquel boxeador americano.
En el momento culminante o más emotivo de la película, tuve que dirigirme
con mi hermano a los baños del cine de verano, pues los llantos de él, llorando por la emoción de la historia, eran tan fuertes que se oían en todo el cine, y pasé mucha vergüenza, pero que hoy recuerdo con muchísimo cariño aquella anécdota.
Aquí las patadas no sonaban tanto cuando se cortaba la proyección, porque el suelo era de cemento, así que lo mejor para hacer ruido, era arrastrar o hacer golpear las patas de las sillas de hierro que en este cine había. Como verán éramos un poco “brutos”.
Bien es cierto que a principios de los ochenta hubo otro cine que llego a nuestras vidas, para aquel entonces Pedro y Concha estaban al frente del Recibar, pero tuvo una vida muy corta, en lo que se refiere al cine.
Poco tiempo después de aquella época, se irían cerrando los cines, no solo de Benissa, sino del resto de la comarca, y aunque aguantó unos años más, el cine de Gata, al que acogimos los jóvenes como nuestra “última tabla de salvación” para poder salir con nuestros amigos y/o parejas, finalmente también sucumbió.
Hoy vuelve a existir el cine en Benissa, en la última planta de la Cultural, donde a Dios gracias nuestros jóvenes al menos tienen un lugar para poder disfrutar de las películas, pero eso…eso ya es otra historia.
Nota del autor: Si quieren que les haga llegar el artículo en PDF de “El cinema a Benissa”, envíen un email y con gusto se los hago llegar.




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.44