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Castillo d'Alcalà o Benissili. Imagen: La Macma. Castillo d'Alcalà o Benissili. Imagen: La Macma.
Domingo, 16 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:
Noticias de la Marina Alta

Las fortalezas que escalaron hasta lo más alto: Los castillos andalusíes de La Marina

La Marina Alta es una privilegiada. Eso se debe a ser una gran tierra de contrastes en el más amplio sentido de la palabra y abarcando cualquier tipo de dimensión. Aunque no lo parezca, su orografía ha sido determinante para forjar la historia de la comarca y acentuar ese descomunal abanico de cualidades que la caracterizan.

 

De las playas de fina arena, cantos rodados y abruptos acantilados hasta las imponentes sierras calizas; su legado histórico es extenso. Las huellas de esta riqueza aún se hayan grabadas en recovecos, calles e incluso montañas. En estas últimas, agazapados y encaramados en imposibles terrazas rocosas descansan los restos de numerosos castillos y fortificaciones que, antaño, alguna vez fueron clave en la organización y defensa del territorio. Es el caso de los castillos andalusíes que salpican el interior de la comarca como prueba indiscutible de que, La Marina, fue el último bastión del pueblo árabe de la zona encabezado por el mítico Al-Azraq.

 

Estos castillos, construidos entre los siglos VIII y XIII, servían como puestos de vigilancia y refugio para las comunidades rurales. Se alzaban sobre cerros estratégicos con un amplio campo visual que alcanzaba el mar. Complicadas estructuras en sitios remotos y levantados en una época en la que las grúas no formaban parte del paisaje de La Marina ni se las esperaba. Aunque aún se atisba la grandeza la grandeza de algunos de ellos, de otros sólo se conservan los cimientos, aljibes fragmentos de cerámica. La escasa documentación histórica ha llevado a los investigadores a recurrir a registros feudales posteriores a la conquista cristiana. Uno de los testimonios más importantes sobre la existencia de estos castillos es el Pacto del Pouet, de 1245, un tratado firmado entre el rey Jaume I y el caudillo Al-Azraq -escrito en romance y árabe- y que supone la primera referencia escrita a muchas de estas fortificaciones.

 

Las primeras y más antiguas fortificaciones andalusíes están realizados en pedra seca, uno de los grandes exponentes constructivos de La Marina que aún puede admirarse en los abancalamientos que recorren la comarca y que pocos obradores siguen practicando hoy día.

 

Son La Bastida, una muralla de 113 metros en Pego, El Cocoll (Serra del Cocoll) situado entre acantilados y un inexpugnable muro de 87 metros y el Tossalet de Pere Antoni en la Serra de Segària. El castillo de Xillibre (a 725 metros en L’Almiserà) es uno de los más enigmáticos. Se cree que corresponde al siglo X y podría haber sido mandado construir por Abderramán III para sofocar las revueltas bereberes de la zona. Durante el siglo XI, la Taifa de Dénia se convirtió en un centro comercial clave, reforzando estas fortificaciones y promoviendo la construcción de otras edificaciones. Sin embargo, el pacto cristiano-musulmán se rompió y, tras sucesivas revueltas, la región quedó bajo dominio cristiano en 1277.

 

En la actualidad estos y otros castillos y torres en ruinas siguen siendo grandes desconocidos. Solo unos pocos han sido excavados arqueológicamente, a pesar de su relevancia para desentrañar el pasado de la Marina Alta como testigos mudos de una historia de conquista, resistencia y transformación. No obstante, a través de hilar cabos a través de diferentes documentos históricos, leyendas incluso y un profuso estudio de unos pocos, se puede esbozar cómo eran algunos de ellos y su posible uso.

 

El Castellot de Alpatró

Se trata de una pequeña torre cuadrada de casi seis metros, situada en un promontorio escarpado entre barrancos, en la Vall de Gallinera. Construida con muros de tapial y basamento de mampostería, probablemente data del periodo almohade. Se desconoce su historia documentada, pero su similitud con la torre de Almudaina sugiere su uso en la defensa islámica antes de la conquista cristiana.

 

Castell d'Aixa

Ubicado en Alcalalí, este castillo del siglo XII domina la Vall de Pop en una panorámica espectacular. Por eso, se atribuye su construcción a un fin defensivo del valle. Se alza sobre un antiguo asentamiento ibérico y su desalojo está vinculado a la conquista cristiana. No aparece en el Pacte del Pouet (1244), lo que sugiere un abandono temprano. Su destrucción en el siglo XIV se atribuye a los cristianos para evitar rebeliones moriscas.

 

Castell d'Alcalà o de Benissili

Fortaleza de 784 metros de altura en la entrada occidental de la Vall de Gallinera. Es grande y posee una estructura compleja con tres amplios recintos. No sólo fue un enclave defensivo, sino que también fue residencia del mandatario Al-Azraq durante su sublevación (1247-1258). Se cree que, en su interior, albergó un poblado tal y como refleja la documentación de Alfonso III, de 1288, que menciona tanto la existencia del castillo como una villa anexa.

 

Castell de Gallinera o de Benirrama

Fortaleza de 150 metros de largo en la entrada oriental de la Vall de Gallinera. Los primeros escritos sobre esta construcción se han encontrado en el Pacte del Pouet de 1245, cuando pasó del control de Al-Azraq a Jaime I. En 1322, fue donado a Pedro de Aragón y luego a la mítica familia Borja. Un devastador terremoto que asoló la zona en 1644 lo destruyó definitivamente.

 

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Castell d'Ambra

Ubicado en Pego, fue construido a principios del siglo XIII como refugio ante la llegada de Jaime I. Aunque no participó directamente en la conquista, fue clave en las revueltas mudéjares. Tras ser cedido en 1268 a Arnau de Romaní, perdió su hegemonia con la fundación de la villa amurallada de Pego en 1280. Su arquitectura defensiva destaca por sus muros de tapial y torres rectangulares.

 

Castell de Forna

Es quizás uno de los mejor conservados y que ha acogido varios procesos de restauración y rehabilitación. Se trata de un palacio fortificado del siglo XV que cuenta con estilo gótico civil valenciano por lo que su construcción es más reciente que la de sus homónimas andalusíes. No obstante, su origen está documentado desde 1282, en plena conquista conquista, cuando Jaime I entregó la baronía a Bernat de Guillem que luchó contra Al-Azraq. Posteriormente, la familia Cruïlla construyó un palacio de dos alturas con grafitos medievales únicos.

 

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Castell de Segària

A 450 metros de altitud en la Serra de Segària, su ubicación sugiere que su finalidad era defender las alquerías del valle del Riu Girona. No se conoce la fecha exacta de su construcción, pero la cerámica encontrada entre sus ruinas sugiere que también data del siglo XII durante el periodo de ocupación islámica hasta la conquista cristiana.

 

Castell de l'Ocaive

Ruinas medievales cercanas a Pedreguer en una de las crestas más cercanas al municipio. Su ubicación es totalmente estratégica para un mejor control del territorio y del valle que se alza a sus pies hasta las faldas del Montgó. Consta de una torre cuadrangular que se cree que fue construida entre los siglos XIII-XIV. Recientemente se han encauzado diferentes iniciativas buscan su restauración para evitar su completa desaparición.

 

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Castell de les Atzavares

Ambos fueron erigidos para controlar los accesos a la Vall de Laguar. El de Atzavares presenta una estructura fortificada en tapial y aún conserva dos recintos rectangulares. El Castellet es posterior al periodo andalusí y fue un encargo de Berenguer Mercer en 1289 para, también, vigilar la entrada al valle.

 

Castell de la Serrella

Es quizás uno de los que se encuentra a mayor altura, a unos vertiginosos 1.050 metros en Castell de Castells. Aunque la información sobre esta fortaleza es escasa, su envergadura, ubicación imposible y su robustez; hacen pensar que fue un bastión musulmán clave en el Pacte del Pouet. Tras la conquista cristiana en 1254, pasó a la Orden de Calatrava. Su abandono temprano dejó escasos restos visibles.

 

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La Marina Alta alberga muchos más castillos. Estos corresponden a un periodo concreto. Algunos han caído en el olvido para quienes desconocen su historia o el escenario de conflicto en el que se convirtió esta tierra de contrastes. Sin embargo, sus cimientos y sus muros aún susurran relatos de batallas y pactos que dejaron su impronta en la historia valenciana. Un patrimonio que merece ser conservado y puesto en valor para las generaciones futuras. Entre barrancos y montañas escarpadas, estos castillos se erigen como testigos silenciosos del paso del tiempo.

 

 

Fuente e imágenes: Mancomunitat Comacal de la Marina Alta / Museu Soler Blasco de Xàbia.

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