- SED -
Así reza el desconcertante título del libro escrito por los autores Neal Shusterman y Harrod Shusterman cuya sinopsis merece la pena plasmar como introducción a este artículo. Una familia residente en el sur de California, en Estados Unidos, de repente un día comprueba que del grifo del fregadero de su cocina no sale agua potable. Piensan que se tratan de uno de los cortes habituales resultado de años de sequía en el Estado Californiano pero esta vez es diferente, el suministro no se restituye, lo anuncian las autoridades locales y la familia de clase media y la comunidad donde viven llegarán rápidamente y de forma bárbara, en cuestión de dias a límites inverosímiles para conseguir la última gota de agua y sobrevivir. No desvelo más de la trama de la novela pero interesa destacar de ella la fragilidad de un sistema que entendemos o percibimos como una certidumbre absoluta e imaginamos imposible de venirse abajo. Sin embargo, los humanos somos conscientes que estamos expuestos a “lo imposible”, sean acontecimientos naturales o provocados por nosotros mismos, aunque nuestra memoria sea selectiva para olvidar lo malo.
En 1969, llegó el agua potable a Benissa. Lo cuenta Vicent Ibáñez Mas, en su publicación “POT SER”, es la historia del agua potable a Benissa, un texto que todos los benisseros y benisseras deberíamos conocer. Ibañez relata los avatares de su origen, pero también todo el itinerario de su existencia hasta nuestros días afirmando en el epílogo del libro que “no somos conscientes de que el sencillo gesto de abrir un grifo encierra una historia fascinante”.
En la actualidad, en Benissa, existen registrados alrededor de 9460 puntos de conexión entre viviendas e industrias, y ninguno de nosotros, insisto, ninguno, es capaz de imaginar el consumo diario de agua potable de toda una población como la nuestra. Y mucho menos los picos de consumo máximo que se alcanzan entre los días 15 y 20 de agosto de cada año cuando sumamos la población residente y la turística. Toda esta agua, es de origen subterráneo únicamente, procede de los pozos que el Ayuntamiento gestiona bajo su órbita dominical, pero esta característica no es exclusivamente de nuestra localidad, prácticamente todas las poblaciones de la Marina Alta se abastecen de acuíferos o pozos ubicados en el subsuelo según el informe de Alvaro Francisco Morote de la Universidad de Alicante. Fantaseen los lectores el rio de agua diario que se consume en la Marina Alta, pese a ello, nuestra Comarca jamás ha sido destinataria de los planes hidrológicos estatales de conexión de cuencas, ni del plan hidrológico nacional al objeto de garantizarle el aporte de agua potable si la precisara ante potenciales crisis de suministro en nuestro sistema convencional de abastecimiento.
Pudiéramos pensar que “lo imposible” nunca podrá ocurrir, sin embargo, en nuestra localidad, por poner un ejemplo, relata Vicent Ibáñez en su citado libro la brutal crisis del agua que afrontó Benissa en 1975, o las dificultades de suministro de la zona costera en 1984, o más recientemente, la compleja situación que se avecinaba en el año 2019 hasta que las precipitaciones de abril de ese año, revertieron la situación in extremis. Estas crisis, siempre vienen precedidas de años de sequía que derrumban el caudal de los pozos subterráneos, todos, no solo los de Benissa.
Somos una comarca cuya economía pivota fundamentalmente sobre el turismo, por ello, para nosotros el agua además de un derecho humano, es un recurso estratégico. Sin agua no podríamos vivir ni mantener nuestro nivel de vida, y por ello, disponer de un sistema de generación de agua no convencional y de una red de distribución que abarque al menos la mayoría de las poblaciones de nuestra comarca es un proyecto político posible y nada descabellado. Xàbia cuenta con una planta desaladora cuya capacidad puede verse técnicamente aumentada y la red de distribución y conexión intercomarcal no es una empresa faraónica. Los fondos europeos NEXT GENERATION, habilitados recientemente son una magnífica oportunidad para hacer posible esta infraestructura. Pensar que nos bastamos implementando soluciones sostenibles que aumenten la oferta de agua y reduzcan su demanda para evitar situaciones de estrés hídrico radicales es altamente arriesgado, además la sobreexplotación de nuestros pozos de forma continuada acabará generando que tarde o temprano su recarga natural por lluvias no pueda equilibrar el volumen que les extraemos.
El pasado diciembre asistimos al sorprendente inicio de la cotización bursátil del agua en el mercado de futuros de California lo que de facto supone en inicio de su especulación económica como recurso natural. Los Alcaldes de la Marina Alta, los representantes en la Diputación Provincial y en las Cortes Valencianas deberían tomar conciencia de que el agua más cara será aquella que en un momento determinado no podremos comprar.
Vicent Cabrera.
Secretario general del PSPV-PSOE de Benissa
Así reza el desconcertante título del libro escrito por los autores Neal Shusterman y Harrod Shusterman cuya sinopsis merece la pena plasmar como introducción a este artículo. Una familia residente en el sur de California, en Estados Unidos, de repente un día comprueba que del grifo del fregadero de su cocina no sale agua potable. Piensan que se tratan de uno de los cortes habituales resultado de años de sequía en el Estado Californiano pero esta vez es diferente, el suministro no se restituye, lo anuncian las autoridades locales y la familia de clase media y la comunidad donde viven llegarán rápidamente y de forma bárbara, en cuestión de dias a límites inverosímiles para conseguir la última gota de agua y sobrevivir. No desvelo más de la trama de la novela pero interesa destacar de ella la fragilidad de un sistema que entendemos o percibimos como una certidumbre absoluta e imaginamos imposible de venirse abajo. Sin embargo, los humanos somos conscientes que estamos expuestos a “lo imposible”, sean acontecimientos naturales o provocados por nosotros mismos, aunque nuestra memoria sea selectiva para olvidar lo malo.
En 1969, llegó el agua potable a Benissa. Lo cuenta Vicent Ibáñez Mas, en su publicación “POT SER”, es la historia del agua potable a Benissa, un texto que todos los benisseros y benisseras deberíamos conocer. Ibañez relata los avatares de su origen, pero también todo el itinerario de su existencia hasta nuestros días afirmando en el epílogo del libro que “no somos conscientes de que el sencillo gesto de abrir un grifo encierra una historia fascinante”.
En la actualidad, en Benissa, existen registrados alrededor de 9460 puntos de conexión entre viviendas e industrias, y ninguno de nosotros, insisto, ninguno, es capaz de imaginar el consumo diario de agua potable de toda una población como la nuestra. Y mucho menos los picos de consumo máximo que se alcanzan entre los días 15 y 20 de agosto de cada año cuando sumamos la población residente y la turística. Toda esta agua, es de origen subterráneo únicamente, procede de los pozos que el Ayuntamiento gestiona bajo su órbita dominical, pero esta característica no es exclusivamente de nuestra localidad, prácticamente todas las poblaciones de la Marina Alta se abastecen de acuíferos o pozos ubicados en el subsuelo según el informe de Alvaro Francisco Morote de la Universidad de Alicante. Fantaseen los lectores el rio de agua diario que se consume en la Marina Alta, pese a ello, nuestra Comarca jamás ha sido destinataria de los planes hidrológicos estatales de conexión de cuencas, ni del plan hidrológico nacional al objeto de garantizarle el aporte de agua potable si la precisara ante potenciales crisis de suministro en nuestro sistema convencional de abastecimiento.
Pudiéramos pensar que “lo imposible” nunca podrá ocurrir, sin embargo, en nuestra localidad, por poner un ejemplo, relata Vicent Ibáñez en su citado libro la brutal crisis del agua que afrontó Benissa en 1975, o las dificultades de suministro de la zona costera en 1984, o más recientemente, la compleja situación que se avecinaba en el año 2019 hasta que las precipitaciones de abril de ese año, revertieron la situación in extremis. Estas crisis, siempre vienen precedidas de años de sequía que derrumban el caudal de los pozos subterráneos, todos, no solo los de Benissa.
Somos una comarca cuya economía pivota fundamentalmente sobre el turismo, por ello, para nosotros el agua además de un derecho humano, es un recurso estratégico. Sin agua no podríamos vivir ni mantener nuestro nivel de vida, y por ello, disponer de un sistema de generación de agua no convencional y de una red de distribución que abarque al menos la mayoría de las poblaciones de nuestra comarca es un proyecto político posible y nada descabellado. Xàbia cuenta con una planta desaladora cuya capacidad puede verse técnicamente aumentada y la red de distribución y conexión intercomarcal no es una empresa faraónica. Los fondos europeos NEXT GENERATION, habilitados recientemente son una magnífica oportunidad para hacer posible esta infraestructura. Pensar que nos bastamos implementando soluciones sostenibles que aumenten la oferta de agua y reduzcan su demanda para evitar situaciones de estrés hídrico radicales es altamente arriesgado, además la sobreexplotación de nuestros pozos de forma continuada acabará generando que tarde o temprano su recarga natural por lluvias no pueda equilibrar el volumen que les extraemos.
El pasado diciembre asistimos al sorprendente inicio de la cotización bursátil del agua en el mercado de futuros de California lo que de facto supone en inicio de su especulación económica como recurso natural. Los Alcaldes de la Marina Alta, los representantes en la Diputación Provincial y en las Cortes Valencianas deberían tomar conciencia de que el agua más cara será aquella que en un momento determinado no podremos comprar.
Vicent Cabrera.
Secretario general del PSPV-PSOE de Benissa




















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