Artículo de opinión ciudadana
¿Qué te importa más, un animal o un humano?
Toda una década provoca reflexiones a largo plazo. Después de 10 años de actividad en la protectora de animales, exponemos en un resumen nuestra labor y nuestros frutos. Nuestras actividades abarcan dos campos principales: por un lado, la castración + control de colonias felinas y, por otro, las denuncias por maltrato o descuido de los animales.
Mientras el primer campo nos llena de éxitos y de una buena colaboración del público; en el segundo, somos Don Quijotes luchando contra los molinos de viento.
Durante los 10 años hemos castrado unos 400 gatos cada año y facilitado muchas castraciones de gatos salvajes a los propietarios de las fincas en zonas rurales, mediante un precio reducido de protectora. Además, hemos recogido gatos abandonados y les hemos ofrecido en adopción, en 2017 fueron 150 gatos.
Notamos que en los últimos dos años ya no hemos recibido avisos sobre las colonias de docenas de gatos famélicos cerca de los contenedores de basura, ni en Benissa ni en Teulada, lo que indica una reducción de la población felina salvaje. Se suele castrar sobre todo en jardines particulares, 3-4 gatos, también recogemos gatos enfermos o heridos. Contamos con una red amplia de voluntarios con la que podemos controlar más zonas cada año.
Sin embargo, en el ámbito de perros, sobre todo los perros de caza, no ha habido cambios significativos en estos 10 años. Todavía encontramos perros encerrados o encadenados permanentemente, rodeados por sus excrementos, con agua verde, en jaulitas de 3 m2, ladrando sin parar por aburrimiento y por falta de actividad, entumecidos por no tener afecto y contacto humano. Algunos ya son moribundos, otros agresivos. Presentamos las fotos y grabaciones, la policía pasa y encima emite un informe favorable: los perros están “a priori “con buena salud, tienen sus documentos en regla, se limpian los recintos, no se observan que tengan pulgas, los propietarios les aseguran ejercicio diario paseándoles. Hay que preguntar cómo consiguen pasear diariamente los 7 a 14 podencos, y cómo puede ser que la evidencia fotográfica no indique ninguna limpieza diaria sino semanal, en el mejor de los casos. En muchos casos se limpia con manguera y las heces se quedan delante del recinto, lo que atrae insectos y molesta por su desagradable olor.
La realidad de la vida de los animales parece no interesar a nadie, como suelen pasar en el tercer mundo, lo único que importa al ayuntamiento es tener “los papeles en regla “. Exigen de los propietarios que se les identifique con un microchip, se les desparasite (para muchos será la primera y última vez en su vida), se les vacune contra la rabia y después vuelvan a sus jaulas hasta la próxima caza. Cuando ya no sirven, se les suele abandonar; la perrera Akira siempre está llena, igual que otras perreras privadas de la zona, siempre tienen sobrecarga. No hemos conseguido mejorar la calidad de vida de ninguno, salvo los muy pocos que nos han cedido los dueños.
La situación de los perros de caza provoca muchas emociones contradictorias. En los extranjeros provoca asco e indignación por falta de control administrativo y por falta de mejoramiento de las condiciones (por ejemplo, 7 podencos en un recinto de 10 m2; 14 podencos en jaulas de 3 m², muy sucias; tan solo la mitad de perros tienen cartillas sanitarias; 3 perros en 3 m2 (dos de ellos en agujeros en la tierra), todo esto por falta de una actuación inmediata del ayuntamiento.
Los extranjeros consideran que es una obligación del ayuntamiento exigir a todos los dueños de perros empadronados que cumplan con la ley y sancionar las infracciones. No existe ninguna campaña de publicidad del ayuntamiento sobre el tema de perros no identificados con microchip en la prensa digital.
La Ordenanza Municipal ya existe desde hace dos años y evidentemente no se aplica; muchos perros quedan no identificados, otros una vez identificados siguen en las mismas condiciones lamentables con microchip y vacuna, los encadenados siguen igual con sus papeles “en regla “. Cada caso denunciado parece archivado y olvidado, no hay ningún seguimiento, ninguna retroalimentación. Para qué sirve la Ordenanza, nos preguntamos, si no se nota mejorías en sus condiciones, y porqué hay que denunciar primero para que el propietario lleve sus perros al veterinario. En una ocasión no se sancionó a un propietario que no quiso llevar al veterinario a su perra enferma de Leishmaniosis. Estos son los muchos comentarios que se dicen en las redes sociales y siempre en contacto directo con las protectoras.
Los propietarios de los perros están también afectados porque se sienten controlados o criticados por los extranjeros, les parece que los perros no necesitan ninguna atención especial. Los tratan igual como se hacía hace siglos: como herramientas de explotación humana. Alguien comentó sorprendido cuando se le dijo que la O.M. no permitía el encadenamiento permanente de perros, diciendo “pero si es un perro de guardia, tiene comida y agua “; otro vecino comentó que hay que castigar a los perros como si se castigase a los niños, atándolos a un contenedor de metal en pleno agosto a 35º C., diciendo que “la ley es tan estrecha y tan ancha como yo quiero” sobre la Ordenanza Municipal. Otros vecinos denuncian por allanamiento de morada cuando los turistas sacan fotos de perros con cadenas cortas y las pasan a la protectora para denunciarles. La santidad de propiedad privada les importa más que la calidad de vida de su animal, mientras los extranjeros consideran prioritario el bienestar del animal. Además, el propietario pierde según el sentimiento moral del extranjero, todo derecho de propiedad, si no cumple con la obligación del buen trato. Las dos perspectivas sobre la relación entre humanos y animales quedan incompatibles y resultan, como mucho, con un gran resentimiento entre ambos. Sería muy fácil abreviar la explicación de estas incompatibilidades con las diferencias culturales, lo que ocurre muy a menudo en el discurso cotidiano en las redes sociales, donde se justifica “el maltrato animal” como “diferencia cultural “. Creemos que esta diagnosis es errónea.
Las culturas existen dentro de un paradigma civilizado, por ejemplo, la cultura francesa, italiana o inglesa existen dentro de la civilización europea. Todas comparten una cosmovisión, una filosofía de vida y los sentimientos morales basados en principios concretos, por ejemplo, todas se destacan por el individualismo, la libertad personal, el rechazo a la tortura y a la violencia, todas valoran los derechos humanos, respeto a minorías étnicas, el monogenismo, la libertad religiosa, etc. Las prácticas culturales dentro de este paradigma pueden ser diferentes, los modos de vida ajustados al clima, las condiciones geopolíticas, económicas o costumbres patrimoniales, pero no rompen el marco de sus principios civilizatorios. No hay ninguna cultura europea donde se condene ejecuciones públicas, la tortura, la poligamia o la esclavitud, por eso, a pesar de las diferentes costumbres y prácticas, en estas culturas se valora siempre de la misma forma. Aparte de España, el sur de Francia y en las islas Feroe (estado dependiente de Dinamarca), no existe legalmente la tortura o el acoso de los animales por diversión pública en ningún país europeo; este llamado “patrimonio cultural “, ya no cabe en el marco de la civilización europea, cuyo principio moral básico es el rechazo de la violencia.
Celebramos 73 años sin guerras entre los países europeos (salvo una guerra civil en Yugoslavia) y el rechazo a la violencia ha sido un principio subyacente en el proceso civilizatorio.
¿Por qué tarda todavía una parte de España tanto en acoger ese respeto, esa compasión y ese afecto hacia los animales, a pesar de existir tanto activismo animalista? ¿Por qué todavía se tortura, enjaula, encierra, encadena, abandona, mata, envenena y explota a tantos animales, sin ninguna sanción, como era propio de civilizaciones ya extinguidas?
Paradójicamente, fueron dos españoles los causantes de un cambio en la cosmovisión medieval. Antes de la guerra de la Reformación dominaba el dogma católico, con su elevación del ser humano hasta la posición de la Suprema Creación de Dios. Los humanos tenían un ALMA; la conexión directa con el Creador, además un alma inmortal, separado del cuerpo humano, mortal y pecador. La filosofía medieval Cartesiana subrayaba la dualidad irreconciliable entre la existencia física y la espiritual: lo físico, lo natural, lo mortal, no tenía ningún valor y no merecía respeto. La naturaleza, según esta filosofía, la fauna y la flora, han sido regalados a los humanos por Dios, para explotación infinita. Ni por supuesto tenían almas los no-cristianos, los indígenas de Sudamérica y de África, reducidos al nivel de animales, elegibles pues a la esclavitud. Era un filósofo judío, exiliado de España en siglo XVII, Espinoza, cuyos pensamientos sobre la localización de los humanos dentro del orden mundial y cósmico, cambió el curso de la historia intelectual europea. Su filosofía de panteísmo (“Dios es la Naturaleza “) planteó el ser humano dentro, y no por encima, de la Creación. Una vez perdida la posición suprema de los humanos en el orden natural, se abrió la puerta de la investigación objetiva y crítica de sus actuaciones y de su impacto sobre el resto del mundo. Empezó la época de la Ilustración, de la exploración científica de la naturaleza, incluso de la naturaleza humana. Despreciados en la Edad Media, los animales ganaron atención en los humanistas por sus capacidades de responder a los humanos al nivel emocional y mental. La primera protectora inglesa de los derechos animales fue establecida en Londres 1824, su objetivo era la prevención de crueldad hacia los animales, en aquellos tiempos, a los caballos del ejército, al ganado en los mataderos, a los animales empleados en la agricultura y en los circos. Los humanistas incluyeron en su código moral un tratamiento “humano “de los animales, reconociendo sus capacidades de sufrir físicamente y psicológicamente igual que los humanos.
El segundo español responsable del cambio de actitud hacia los animales fue Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel 1906 por su trabajo sobre el sistema nervioso, sobre todo de la neuroanatomía. Ramón y Cajal inició investigaciones sobre la estructura del cerebro y presentó imponentes dibujos de las neuronas a pesar de su instrumentaría muy rudimentaria. Ramón y Cajal, un anti taurino vehemente, reconoció que los sistemas nerviosos de todos los mamíferos son igual, por tanto, poseen las mismas sensibilidades hacia el sufrimiento tanto físico como mental.
Durante los últimos 100 años, no solo hemos avanzado en la neurociencia sino también en la psicología, ya sería un lugar común proclamar que la relación con animales es terapéutica, que el afecto recibido de ellos nos pacífica y disminuye la agresión, que la violencia contra animales está vinculada con otros tipos de violencia, que la falta de compasión es, psicológicamente, autodestructiva e irreversible.
Con los movimientos animalistas y las leyes protectoras de los derechos animales hemos conseguido en Europa un cambio civilizatorio sin antecedentes. Entonces con el conocimiento de que la cautividad muy restringida no corresponde a las necesidades etológicas de ningún animal, que un perro necesita movimiento para mantener su masa muscular y su metabolismo, que debido a su sentido de olfato muy fuerte necesita correr y buscar olores para su orientación como los humanos necesitamos la visión, que el sentido del olfato es el más importante estimulante cerebral imprescindible para muchas funciones biológicas y que los olores de sus excrementos les molesta aún más que a los humanos, que por falta de ejercicio y de uñas no gastadas sufren problemas posturales tanto en sus articulaciones como en sus caderas y sus columnas, igualmente la causa de la inflamación de sus articulaciones es consecuencia de dormir en un suelo de hormigón, que la suciedad, las pulgas, las garrapatas y los ácaros les causan molestias muy fuertes e introducen microorganismos prejudiciales… ¿cómo se puede enjaular los perros de caza permanentemente y escribir en un informe (de la policía) que “un recinto de1.5 m x 2 m es suficiente“? Que los 7 podencos en 10 m2 tienen “un espacio amplio “¿Sería un espacio del armario suficiente para el bienestar humano si lo encerrásemos dentro?
¿Por qué fracasa una parte de esta sociedad en cambiar su actitud hacia los animales y se queda tan retrógrada, congelada en una civilización primitiva? Si es por expresar “el poder y la fuerza machista “se certifica impotencia psicológica oculta; bien explicable por la historia larga de violencia, dictadura, opresión y pobreza, pero ya imposible de soportar.
Nos encontramos en una época de tránsito entre “homo económicus“ y “homo ecológicus“, más que nunca conscientes de nuestra posición precaria dentro del orden natural, del peligro de autodestrucción por pecados ecológicos, conscientes de nuestra vulnerabilidad psicológica y de cómo hay que proteger la psique de una patología social causada por la agresión, la falta de compasión, la desensibilización, el egocentrismo y el nepotismo (es decir, lealtad y solidaridad limitada a su propia “tribu“: familiar, vecinal, nacional, política etc.).
La generación joven ya avanza de un tirón.
Grace Boas
Mientras el primer campo nos llena de éxitos y de una buena colaboración del público; en el segundo, somos Don Quijotes luchando contra los molinos de viento.
Durante los 10 años hemos castrado unos 400 gatos cada año y facilitado muchas castraciones de gatos salvajes a los propietarios de las fincas en zonas rurales, mediante un precio reducido de protectora. Además, hemos recogido gatos abandonados y les hemos ofrecido en adopción, en 2017 fueron 150 gatos.
Notamos que en los últimos dos años ya no hemos recibido avisos sobre las colonias de docenas de gatos famélicos cerca de los contenedores de basura, ni en Benissa ni en Teulada, lo que indica una reducción de la población felina salvaje. Se suele castrar sobre todo en jardines particulares, 3-4 gatos, también recogemos gatos enfermos o heridos. Contamos con una red amplia de voluntarios con la que podemos controlar más zonas cada año.
Sin embargo, en el ámbito de perros, sobre todo los perros de caza, no ha habido cambios significativos en estos 10 años. Todavía encontramos perros encerrados o encadenados permanentemente, rodeados por sus excrementos, con agua verde, en jaulitas de 3 m2, ladrando sin parar por aburrimiento y por falta de actividad, entumecidos por no tener afecto y contacto humano. Algunos ya son moribundos, otros agresivos. Presentamos las fotos y grabaciones, la policía pasa y encima emite un informe favorable: los perros están “a priori “con buena salud, tienen sus documentos en regla, se limpian los recintos, no se observan que tengan pulgas, los propietarios les aseguran ejercicio diario paseándoles. Hay que preguntar cómo consiguen pasear diariamente los 7 a 14 podencos, y cómo puede ser que la evidencia fotográfica no indique ninguna limpieza diaria sino semanal, en el mejor de los casos. En muchos casos se limpia con manguera y las heces se quedan delante del recinto, lo que atrae insectos y molesta por su desagradable olor.
La realidad de la vida de los animales parece no interesar a nadie, como suelen pasar en el tercer mundo, lo único que importa al ayuntamiento es tener “los papeles en regla “. Exigen de los propietarios que se les identifique con un microchip, se les desparasite (para muchos será la primera y última vez en su vida), se les vacune contra la rabia y después vuelvan a sus jaulas hasta la próxima caza. Cuando ya no sirven, se les suele abandonar; la perrera Akira siempre está llena, igual que otras perreras privadas de la zona, siempre tienen sobrecarga. No hemos conseguido mejorar la calidad de vida de ninguno, salvo los muy pocos que nos han cedido los dueños.
La situación de los perros de caza provoca muchas emociones contradictorias. En los extranjeros provoca asco e indignación por falta de control administrativo y por falta de mejoramiento de las condiciones (por ejemplo, 7 podencos en un recinto de 10 m2; 14 podencos en jaulas de 3 m², muy sucias; tan solo la mitad de perros tienen cartillas sanitarias; 3 perros en 3 m2 (dos de ellos en agujeros en la tierra), todo esto por falta de una actuación inmediata del ayuntamiento.
Los extranjeros consideran que es una obligación del ayuntamiento exigir a todos los dueños de perros empadronados que cumplan con la ley y sancionar las infracciones. No existe ninguna campaña de publicidad del ayuntamiento sobre el tema de perros no identificados con microchip en la prensa digital.
La Ordenanza Municipal ya existe desde hace dos años y evidentemente no se aplica; muchos perros quedan no identificados, otros una vez identificados siguen en las mismas condiciones lamentables con microchip y vacuna, los encadenados siguen igual con sus papeles “en regla “. Cada caso denunciado parece archivado y olvidado, no hay ningún seguimiento, ninguna retroalimentación. Para qué sirve la Ordenanza, nos preguntamos, si no se nota mejorías en sus condiciones, y porqué hay que denunciar primero para que el propietario lleve sus perros al veterinario. En una ocasión no se sancionó a un propietario que no quiso llevar al veterinario a su perra enferma de Leishmaniosis. Estos son los muchos comentarios que se dicen en las redes sociales y siempre en contacto directo con las protectoras.
Los propietarios de los perros están también afectados porque se sienten controlados o criticados por los extranjeros, les parece que los perros no necesitan ninguna atención especial. Los tratan igual como se hacía hace siglos: como herramientas de explotación humana. Alguien comentó sorprendido cuando se le dijo que la O.M. no permitía el encadenamiento permanente de perros, diciendo “pero si es un perro de guardia, tiene comida y agua “; otro vecino comentó que hay que castigar a los perros como si se castigase a los niños, atándolos a un contenedor de metal en pleno agosto a 35º C., diciendo que “la ley es tan estrecha y tan ancha como yo quiero” sobre la Ordenanza Municipal. Otros vecinos denuncian por allanamiento de morada cuando los turistas sacan fotos de perros con cadenas cortas y las pasan a la protectora para denunciarles. La santidad de propiedad privada les importa más que la calidad de vida de su animal, mientras los extranjeros consideran prioritario el bienestar del animal. Además, el propietario pierde según el sentimiento moral del extranjero, todo derecho de propiedad, si no cumple con la obligación del buen trato. Las dos perspectivas sobre la relación entre humanos y animales quedan incompatibles y resultan, como mucho, con un gran resentimiento entre ambos. Sería muy fácil abreviar la explicación de estas incompatibilidades con las diferencias culturales, lo que ocurre muy a menudo en el discurso cotidiano en las redes sociales, donde se justifica “el maltrato animal” como “diferencia cultural “. Creemos que esta diagnosis es errónea.
Las culturas existen dentro de un paradigma civilizado, por ejemplo, la cultura francesa, italiana o inglesa existen dentro de la civilización europea. Todas comparten una cosmovisión, una filosofía de vida y los sentimientos morales basados en principios concretos, por ejemplo, todas se destacan por el individualismo, la libertad personal, el rechazo a la tortura y a la violencia, todas valoran los derechos humanos, respeto a minorías étnicas, el monogenismo, la libertad religiosa, etc. Las prácticas culturales dentro de este paradigma pueden ser diferentes, los modos de vida ajustados al clima, las condiciones geopolíticas, económicas o costumbres patrimoniales, pero no rompen el marco de sus principios civilizatorios. No hay ninguna cultura europea donde se condene ejecuciones públicas, la tortura, la poligamia o la esclavitud, por eso, a pesar de las diferentes costumbres y prácticas, en estas culturas se valora siempre de la misma forma. Aparte de España, el sur de Francia y en las islas Feroe (estado dependiente de Dinamarca), no existe legalmente la tortura o el acoso de los animales por diversión pública en ningún país europeo; este llamado “patrimonio cultural “, ya no cabe en el marco de la civilización europea, cuyo principio moral básico es el rechazo de la violencia.
Celebramos 73 años sin guerras entre los países europeos (salvo una guerra civil en Yugoslavia) y el rechazo a la violencia ha sido un principio subyacente en el proceso civilizatorio.
¿Por qué tarda todavía una parte de España tanto en acoger ese respeto, esa compasión y ese afecto hacia los animales, a pesar de existir tanto activismo animalista? ¿Por qué todavía se tortura, enjaula, encierra, encadena, abandona, mata, envenena y explota a tantos animales, sin ninguna sanción, como era propio de civilizaciones ya extinguidas?
Paradójicamente, fueron dos españoles los causantes de un cambio en la cosmovisión medieval. Antes de la guerra de la Reformación dominaba el dogma católico, con su elevación del ser humano hasta la posición de la Suprema Creación de Dios. Los humanos tenían un ALMA; la conexión directa con el Creador, además un alma inmortal, separado del cuerpo humano, mortal y pecador. La filosofía medieval Cartesiana subrayaba la dualidad irreconciliable entre la existencia física y la espiritual: lo físico, lo natural, lo mortal, no tenía ningún valor y no merecía respeto. La naturaleza, según esta filosofía, la fauna y la flora, han sido regalados a los humanos por Dios, para explotación infinita. Ni por supuesto tenían almas los no-cristianos, los indígenas de Sudamérica y de África, reducidos al nivel de animales, elegibles pues a la esclavitud. Era un filósofo judío, exiliado de España en siglo XVII, Espinoza, cuyos pensamientos sobre la localización de los humanos dentro del orden mundial y cósmico, cambió el curso de la historia intelectual europea. Su filosofía de panteísmo (“Dios es la Naturaleza “) planteó el ser humano dentro, y no por encima, de la Creación. Una vez perdida la posición suprema de los humanos en el orden natural, se abrió la puerta de la investigación objetiva y crítica de sus actuaciones y de su impacto sobre el resto del mundo. Empezó la época de la Ilustración, de la exploración científica de la naturaleza, incluso de la naturaleza humana. Despreciados en la Edad Media, los animales ganaron atención en los humanistas por sus capacidades de responder a los humanos al nivel emocional y mental. La primera protectora inglesa de los derechos animales fue establecida en Londres 1824, su objetivo era la prevención de crueldad hacia los animales, en aquellos tiempos, a los caballos del ejército, al ganado en los mataderos, a los animales empleados en la agricultura y en los circos. Los humanistas incluyeron en su código moral un tratamiento “humano “de los animales, reconociendo sus capacidades de sufrir físicamente y psicológicamente igual que los humanos.
El segundo español responsable del cambio de actitud hacia los animales fue Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel 1906 por su trabajo sobre el sistema nervioso, sobre todo de la neuroanatomía. Ramón y Cajal inició investigaciones sobre la estructura del cerebro y presentó imponentes dibujos de las neuronas a pesar de su instrumentaría muy rudimentaria. Ramón y Cajal, un anti taurino vehemente, reconoció que los sistemas nerviosos de todos los mamíferos son igual, por tanto, poseen las mismas sensibilidades hacia el sufrimiento tanto físico como mental.
Durante los últimos 100 años, no solo hemos avanzado en la neurociencia sino también en la psicología, ya sería un lugar común proclamar que la relación con animales es terapéutica, que el afecto recibido de ellos nos pacífica y disminuye la agresión, que la violencia contra animales está vinculada con otros tipos de violencia, que la falta de compasión es, psicológicamente, autodestructiva e irreversible.
Con los movimientos animalistas y las leyes protectoras de los derechos animales hemos conseguido en Europa un cambio civilizatorio sin antecedentes. Entonces con el conocimiento de que la cautividad muy restringida no corresponde a las necesidades etológicas de ningún animal, que un perro necesita movimiento para mantener su masa muscular y su metabolismo, que debido a su sentido de olfato muy fuerte necesita correr y buscar olores para su orientación como los humanos necesitamos la visión, que el sentido del olfato es el más importante estimulante cerebral imprescindible para muchas funciones biológicas y que los olores de sus excrementos les molesta aún más que a los humanos, que por falta de ejercicio y de uñas no gastadas sufren problemas posturales tanto en sus articulaciones como en sus caderas y sus columnas, igualmente la causa de la inflamación de sus articulaciones es consecuencia de dormir en un suelo de hormigón, que la suciedad, las pulgas, las garrapatas y los ácaros les causan molestias muy fuertes e introducen microorganismos prejudiciales… ¿cómo se puede enjaular los perros de caza permanentemente y escribir en un informe (de la policía) que “un recinto de1.5 m x 2 m es suficiente“? Que los 7 podencos en 10 m2 tienen “un espacio amplio “¿Sería un espacio del armario suficiente para el bienestar humano si lo encerrásemos dentro?
¿Por qué fracasa una parte de esta sociedad en cambiar su actitud hacia los animales y se queda tan retrógrada, congelada en una civilización primitiva? Si es por expresar “el poder y la fuerza machista “se certifica impotencia psicológica oculta; bien explicable por la historia larga de violencia, dictadura, opresión y pobreza, pero ya imposible de soportar.
Nos encontramos en una época de tránsito entre “homo económicus“ y “homo ecológicus“, más que nunca conscientes de nuestra posición precaria dentro del orden natural, del peligro de autodestrucción por pecados ecológicos, conscientes de nuestra vulnerabilidad psicológica y de cómo hay que proteger la psique de una patología social causada por la agresión, la falta de compasión, la desensibilización, el egocentrismo y el nepotismo (es decir, lealtad y solidaridad limitada a su propia “tribu“: familiar, vecinal, nacional, política etc.).
La generación joven ya avanza de un tirón.
Grace Boas
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