Editorial
Esta noche es Nochebuena y mañana Dios dirá
Mirar en retrospectiva siempre me lleva a la misma conclusión. El inoxerable paso del tiempo nos indica de manera clara y contundente que no hemos aprendido nada.
“Al final las obras quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual” cantaba entonces un joven Julio Iglesias. Verdades como un puño escondidas en la letra de una canción.
Algunos jóvenes inmersos en una vorágine de ideales, van sentando las bases de su futura madurez, sin darse cuenta que aquí ya está todo inventado. Las creencias en las que señalan sus principios como la panacea que curará todas las enfermedades y los problemas de la ciudadanía, en realidad forman parte de un vetusto sistema establecido desde los albores de la sociedad por la propia capacidad de supervivencia del ser humano.
Así pues, postularse como líderes al frente de movimientos políticos, sociales, etc., no tiene más lectura que la de intentar pertenecer a la familia de la especie dominante.
Aquí es donde ahora entra el hacer creer a los demás que, a cambio de una, llamémosla protección, quienes rodean a estos proclamados líderes, vivirán una vida plena. ¿Les suena todo esto? Como podrá apreciar el lector, nada está inventado.
Las personas cambiamos a lo largo del tiempo, pero esto no significa que aprendamos de nuestros errores. Y me incluyo. Aquí, no se salva ni el apuntador, que ya lo decía Joaquín Sabina el pasado siglo: “Ellos que juraban comerse la vida, fue la vida y se los merendó”.
Y ya acabo esta perorata recordando que esta noche es Nochebuena y mañana…mañana si acaso Dios dirá.
Vicente Bolufer
“Al final las obras quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual” cantaba entonces un joven Julio Iglesias. Verdades como un puño escondidas en la letra de una canción.
Algunos jóvenes inmersos en una vorágine de ideales, van sentando las bases de su futura madurez, sin darse cuenta que aquí ya está todo inventado. Las creencias en las que señalan sus principios como la panacea que curará todas las enfermedades y los problemas de la ciudadanía, en realidad forman parte de un vetusto sistema establecido desde los albores de la sociedad por la propia capacidad de supervivencia del ser humano.
Así pues, postularse como líderes al frente de movimientos políticos, sociales, etc., no tiene más lectura que la de intentar pertenecer a la familia de la especie dominante.
Aquí es donde ahora entra el hacer creer a los demás que, a cambio de una, llamémosla protección, quienes rodean a estos proclamados líderes, vivirán una vida plena. ¿Les suena todo esto? Como podrá apreciar el lector, nada está inventado.
Las personas cambiamos a lo largo del tiempo, pero esto no significa que aprendamos de nuestros errores. Y me incluyo. Aquí, no se salva ni el apuntador, que ya lo decía Joaquín Sabina el pasado siglo: “Ellos que juraban comerse la vida, fue la vida y se los merendó”.
Y ya acabo esta perorata recordando que esta noche es Nochebuena y mañana…mañana si acaso Dios dirá.
Vicente Bolufer
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