Apuntes desde Benissa

Aun recuerdo mi pueblo como antaño, juegos infantiles, fiestas de los barrios, de las partidas. Tiempos que no olvidaré, tiempos pasados.

  Recuerdos que se agolpan y  me acompañan desde ese rincón de la mente al que de vez en cuando acudo, intentando recuperar pequeños momentos que como tesoro en un baúl abro para anegarme de nostalgia de lo que  nunca volverá.

 Hoy recuerdo nuestro viejo colegio Padre Melchor, para más tarde trasladarme al   12 de Octubre,  nuestra escuela más moderna de aquella época. ¿Alguien se acuerda de que tuvo piscina?, claro que nunca se llego a utilizar, pero recuerdo que su relleno de piedras nos transportaba a mundos imaginarios de juegos fantásticos, donde nuestra imaginación era lo que prevalecía. Unas pequeñas puertas blancas de hierro abiertas daban acceso a la zona inferior del colegio, situadas a la izquierda de la antigua entrada a las cocinas del comedor. Estas puertas (pequeñas),  nos permitían entrar  donde las cañerías coexistían con las  arañas y supongo que algún que otro ratón o animal  de campo. Fueron durante un corto espacio de  tiempo nuestro pequeño mundo secreto, hasta que se dieron cuenta y las cerraron a cal y canto.

  Pistolas fabricadas con maderas y pinzas de ropa, que con pequeñas gomas elásticas,  a su vez, se reconvertían en escopetas para cazar las lagartijas y salamandras que jalonaban las paredes de cal blanca que acompañaba el recorrido de nuestras cacerías a la luz de las farolas.

 Los murciélagos o “rates penades” se podían ver cuando la luz del sol empezaba a esconderse y estos pequeños quirópteros salían a buscar su alimento, y que en más de una ocasión intentamos capturar con una escoba y una vieja camiseta.

 Tantos y tantos recuerdos me vienen a la mente, que he decidido dejar estos, en forma de apuntes, como mi particular  legado a la historia de mi pueblo.

 Hoy emprende el camino: Apuntes desde Benissa