Benissa, mi pueblo, tú pueblo.
[caption id="attachment_1641" align="aligncenter" width="512" caption="Fotografía de EfeNou ©"]
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Por cuestiones del destino, a veces las personas tienen que ausentarse, alejarse, pasar cortas o largas temporadas fuera de Benissa.
Es entonces cuando uno se da cuenta, se percata, se apercibe del sentimiento tan profundo que despierta el pueblo que le viera crecer.
Calles que recorrimos tantas veces en busca de aventuras imaginarias, dragones, princesas, y otros cuentos que de nuestra imaginación volaban escapando a medida que nos hacíamos mayores.
Calles tranquilas, donde todos nos conocíamos y nuestras “maldades”, eran simples travesuras infantiles que hoy recuerdo con tanta nostalgia, con tanta melancolía…
Mi barrio, La Capella, allí me entrenaba de portero el mejor amigo que yo jamás tuve, para equipos inexistentes de futbol, y en verdad era malo, pero la amistad estaba por encima de esas pequeñas nimiedades.
Montar en bici, crear nuestros grupos de guerrillas (La Coeta , así nos hacíamos llamar) para batallas que solo existían en nuestras mentes, o el mero hecho de compartir un cuerno de chocolate, eran las excusas para que estuviésemos el mayor tiempo posible en la calle.
Hoy no me encuentro en Benissa, pero jamás he dejado de pensar en mi pueblo ni un solo instante, y como yo, sé que hay muchas personas que leyendo esto, se encontrarán en parecidas circunstancias.
Por estudios, por trabajo, por la razón que sea, si estas lejos, haz de saber que el sentimiento que tienes es compartido por mucha gente.
Mi pueblo, tú pueblo… Benissa
[caption id="attachment_1641" align="aligncenter" width="512" caption="Fotografía de EfeNou ©"]
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Por cuestiones del destino, a veces las personas tienen que ausentarse, alejarse, pasar cortas o largas temporadas fuera de Benissa.
Es entonces cuando uno se da cuenta, se percata, se apercibe del sentimiento tan profundo que despierta el pueblo que le viera crecer.
Calles que recorrimos tantas veces en busca de aventuras imaginarias, dragones, princesas, y otros cuentos que de nuestra imaginación volaban escapando a medida que nos hacíamos mayores.
Calles tranquilas, donde todos nos conocíamos y nuestras “maldades”, eran simples travesuras infantiles que hoy recuerdo con tanta nostalgia, con tanta melancolía…
Mi barrio, La Capella, allí me entrenaba de portero el mejor amigo que yo jamás tuve, para equipos inexistentes de futbol, y en verdad era malo, pero la amistad estaba por encima de esas pequeñas nimiedades.
Montar en bici, crear nuestros grupos de guerrillas (La Coeta , así nos hacíamos llamar) para batallas que solo existían en nuestras mentes, o el mero hecho de compartir un cuerno de chocolate, eran las excusas para que estuviésemos el mayor tiempo posible en la calle.
Hoy no me encuentro en Benissa, pero jamás he dejado de pensar en mi pueblo ni un solo instante, y como yo, sé que hay muchas personas que leyendo esto, se encontrarán en parecidas circunstancias.
Por estudios, por trabajo, por la razón que sea, si estas lejos, haz de saber que el sentimiento que tienes es compartido por mucha gente.
Mi pueblo, tú pueblo… Benissa



















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