Ante la próxima visita del Papa se reabre el debate
De visitas papales y laicidad
![[Img #4487]](upload/img/periodico/img_4487.jpg)
Ante la próxima visita del Papa, se reabre el debate sobre si ha de
realizarse o no un dispendio económico público especial, o si ha de ser un
gasto no mayor a cualquier visita de cualquier otro jefe de estado.
Es un tema complicado de abordar debido a que se suele relacionar erróneamente
la defensa de un estado laico, con el anticlericalismo, (cuando dichas ideas
laicas son en muchos casos defendidas por creyentes). No se trata en absoluto de
atacar a las religiones, sino simplemente saber diferenciar entre lo público y
lo privado, e incluso garantizar la plena igualdad de dichas creencias y de
todos y cada uno de los ciudadanos.
Pasemos a analizar la situación;
La aconfesionalidad, es la condición de un estado que no tiene una
religión oficial. Es frente al clásico y superado estado confesional, un importante paso en la búsqueda de la
igualdad de los ciudadanos, sea cual sea
su religión, si es que profesan alguna.
El nuestro, es un estado aconfesional.
"Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos
tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán
las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y
las demás confesiones"
Constitución Española de 1978, artículo 16.
Lo que este artículo viene a decir es desde luego positivo, pero el
hecho de incluir una determinada religión en este precepto es una mancha, un
resquicio de confesionalidad que mina la tan buscada igualdad.
En dicho artículo se utiliza la palabra "cooperación", y podríamos decir que sí,
es una cooperación muy destacada, el problema es que dicha cooperación suele
ser en un solo sentido, Estado>Iglesia Católica.
![[Img #4486]](upload/img/periodico/img_4486.jpg)
Desde mi punto de vista, el estado, como sujeto organizador de la
sociedad y del cual formamos parte todos y cada uno de los ciudadanos, ha de
ser lo más imparcial posible.
La religión, es un terreno privado, personal y profundo, que para muchas
personas además de una firme creencia es una forma de interpretar la vida y una
guía de su conducta.
La sociedad, por contra, tiene un carácter eminentemente plural y heterogéneo.
Que el estado como ente público respete dicha heterogeneidad social no
se limita a "no tener una religión oficial", sino que ha de ir más
allá evitando mantener relaciones especiales con cualquier religión o culto.
En muchas ocasiones se justifica esta "especial relación" por
un motivo de tradición, esto me lleva a una reflexión, que podrá o no ser
compartida por el lector, es que ciertamente cuando el único e inamovible motivo
para justificar una determinada realidad/conducta, es la tradición, nos encontramos
ante un elemento social al que se tienen que superar con “madurez social.”
Entrando en razones, el estado ha de distinguir en
este caso y según la RAE entre lo público (adj. Perteneciente o relativo a
todo el pueblo) y lo privado (adj. Particular y personal de cada
individuo). Estado/Religión.
Tras esto, cabe hacer un ejercicio de reflexión y síntesis:
Con cada viaje del Papa, y debido a la falta de datos oficiales exactos, según la organización "Europa Laica" se produce un gasto
millonario, en protocolo, seguridad, limpieza, catering, en este caso en el
viaje a Madrid, le costará al contribuyente 25 millones de euros (No
incluye aportaciones en especie del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid,
estimados en otros 25 millones de euros)
Incluso se aventura en algunos medios como forma de justificación que la visita dejará beneficios económicos como todo gran acontecimiento. Lo que yo planteo está muy por encima de lo económico, es una cuestión de igualdad y de madurez como estado.
Y es que debemos asumir la necesidad de un
estado auténticamente laico, independiente de cualquier organización o confesión
religiosa.
Hemos de dar un firme paso en la secularización del estado,
y dicho paso ha de ser asumido por todos y cada uno de los ciudadanos, sea cual
sea su religión.
Dejemos atrás cualquier resquicio de intervencionismo
religioso, si queremos para nuestros hijos un estado moderno, igualitario y
socialmente avanzado.
¿Cúal es tu opinión al respecto?
Sígueme en Twitter:
![[Img #4487]](upload/img/periodico/img_4487.jpg)
Ante la próxima visita del Papa, se reabre el debate sobre si ha de realizarse o no un dispendio económico público especial, o si ha de ser un gasto no mayor a cualquier visita de cualquier otro jefe de estado.
Es un tema complicado de abordar debido a que se suele relacionar erróneamente la defensa de un estado laico, con el anticlericalismo, (cuando dichas ideas laicas son en muchos casos defendidas por creyentes). No se trata en absoluto de atacar a las religiones, sino simplemente saber diferenciar entre lo público y lo privado, e incluso garantizar la plena igualdad de dichas creencias y de todos y cada uno de los ciudadanos.
Pasemos a analizar la situación;
La aconfesionalidad, es la condición de un estado que no tiene una religión oficial. Es frente al clásico y superado estado confesional, un importante paso en la búsqueda de la igualdad de los ciudadanos, sea cual sea su religión, si es que profesan alguna.
El nuestro, es un estado aconfesional.
"Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones"
Constitución Española de 1978, artículo 16.
Lo que este artículo viene a decir es desde luego positivo, pero el hecho de incluir una determinada religión en este precepto es una mancha, un resquicio de confesionalidad que mina la tan buscada igualdad.
En dicho artículo se utiliza la palabra "cooperación", y podríamos decir que sí, es una cooperación muy destacada, el problema es que dicha cooperación suele ser en un solo sentido, Estado>Iglesia Católica.
![[Img #4486]](upload/img/periodico/img_4486.jpg)
Desde mi punto de vista, el estado, como sujeto organizador de la sociedad y del cual formamos parte todos y cada uno de los ciudadanos, ha de ser lo más imparcial posible.
La religión, es un terreno privado, personal y profundo, que para muchas personas además de una firme creencia es una forma de interpretar la vida y una guía de su conducta.
La sociedad, por contra, tiene un carácter eminentemente plural y heterogéneo.
Que el estado como ente público respete dicha heterogeneidad social no se limita a "no tener una religión oficial", sino que ha de ir más allá evitando mantener relaciones especiales con cualquier religión o culto.
En muchas ocasiones se justifica esta "especial relación" por un motivo de tradición, esto me lleva a una reflexión, que podrá o no ser compartida por el lector, es que ciertamente cuando el único e inamovible motivo para justificar una determinada realidad/conducta, es la tradición, nos encontramos ante un elemento social al que se tienen que superar con “madurez social.”
Entrando en razones, el estado ha de distinguir en este caso y según la RAE entre lo público (adj. Perteneciente o relativo a todo el pueblo) y lo privado (adj. Particular y personal de cada individuo). Estado/Religión.
Tras esto, cabe hacer un ejercicio de reflexión y síntesis:
Con cada viaje del Papa, y debido a la falta de datos oficiales exactos, según la organización "Europa Laica" se produce un gasto millonario, en protocolo, seguridad, limpieza, catering, en este caso en el viaje a Madrid, le costará al contribuyente 25 millones de euros (No incluye aportaciones en especie del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, estimados en otros 25 millones de euros)
Incluso se aventura en algunos medios como forma de justificación que la visita dejará beneficios económicos como todo gran acontecimiento. Lo que yo planteo está muy por encima de lo económico, es una cuestión de igualdad y de madurez como estado.
Y es que debemos asumir la necesidad de un estado auténticamente laico, independiente de cualquier organización o confesión religiosa.
Hemos de dar un firme paso en la secularización del estado, y dicho paso ha de ser asumido por todos y cada uno de los ciudadanos, sea cual sea su religión.
Dejemos atrás cualquier resquicio de intervencionismo religioso, si queremos para nuestros hijos un estado moderno, igualitario y socialmente avanzado.
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